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PELÍCULAS / CRÍTICAS Reino Unido

Crítica: Meet Me In The Bathroom

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- El documental de Will Lovelace y Dylan Southern sobre la escena punk rock de Nueva York a principios de los 2000 es un cautivador viaje hasta antes de que el mundo cambiara para siempre

Crítica: Meet Me In The Bathroom

Meet Me In The Bathroom, el nuevo documental del dúo de cineastas británicos Will Lovelace y Dylan Southern (que previamente nos ofrecieron No Distance Left to Run, sobre Blur, y Shut Up and Play the Hits, dedicado a LCD Soundsystem), explora la eclosión de la última y más significativa ola de punk rock antes de que el mundo cambiara para siempre, antes de que los smartphones, las redes sociales y Spotify trastocaran los hábitos, la estética y la industria musical global. La película tiene la atmósfera de un viaje en el tiempo, ya que se basa íntegramente en imágenes de archivo de Nueva York de principios de los 2000 y de los jóvenes grupos que ocupaban el centro de la escena musical underground de la época; una escena que vio surgir a bandas como The Strokes, Yeah Yeah Yeahs, Interpol, LCD Soundsystem o The Moldy Peaches.

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La película tuvo su estreno en Sundance el año pasado y, tras haber recorrido multitud de festivales como el 9.º Seeyousound International Music Film Festival de Turín (en lo que resultó ser una de las veladas más populares y acogedoras del evento), llegará a los cines británicos e irlandeses el 10 de marzo, de la mano de Dogwoof Pictures.

Desde el principio, la película conecta a los artistas sobre los que pone el foco con el entorno que los moldeó. Los espectadores son transportados al Manhattan de 1999, entre celebraciones por el inminente nuevo milenio, la neurosis ante un posible efecto 2000 y un grupo de jóvenes buscando el lugar adecuado para mostrar su música. Fotos y vídeos caseros, grabados en los primeros formatos digitales, captan a algunos artistas que acabarán cautivando con su sonido a auténticas multitudes por todo el mundo (como Julian Casablancas, Karen O y Paul Banks, entre muchos otros), y los retratan dando sus primeros pasos en este mundo.  Músicos que, en ese momento, no eran más que adolescentes apasionados, despreocupados y genuinos, algo que parece cosa del pasado en el mundo actual, tan centrado en el marketing.

Estas secuencias inéditas, combinadas con vídeos de conciertos y entrevistas de la época, se entrelazan con imágenes de la ciudad (el increíblemente dinámico montaje de la película es obra de Andrew Cross y Sam Rice-Edwards), incluidos los trágicos sucesos del 11 de septiembre de 2001 —y también de Brooklyn, ciudad a la que se trasladaron muchos de estos jóvenes artistas tras los atentados contra las Torres Gemelas—, en una fascinante e ininterrumpida vorágine de imágenes y sonidos cuya narración se presenta exclusivamente a través de una voz en off, incluidas las entrevistas realizadas más recientemente por Lovelace y Southern. Basada en el libro homónimo de la periodista musical Lizzie Goodman, que también firma el guion, la película evita el formato de entrevistas directas y ni siquiera muestra a sus protagonistas en la actualidad (todos siguen en activo), potenciando todavía más el efecto de “cápsula del tiempo” generado por el documental. Solo han pasado veinte años, pero parece un siglo.

Los aficionados a este tipo de música y a estos grupos en particular tendrán bastante con lo que deleitarse, porque los autores entrelazan los distintos caminos de estos artistas, creando una línea narrativa precisa para cada uno de estos grupos y enfatizando su singularidad. Para todos los demás, se trata de un retrato que revela la fascinación por un mundo que estaba a punto de cambiar, tan cerca pero tan lejos del mundo actual.

Meet Me In the Bathroom es una producción de Pulse Films.

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(Traducción del italiano)

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