Crítica: Le proprietà dei metalli
por Camillo De Marco
- Antonio Bigini sigue a un niño con poderes paranormales y se pregunta sobre las "fuerzas invisibles" en las que hemos dejado de creer, con una poética fragilidad que podría decepcionar al espectador
El ilusionista Uri Geller, uno de los fenómenos televisivos más conocidos de los años 70, era (aparentemente) capaz de doblar llaves y cucharas con un simple toque. Los minigellers, por su parte, eran los niños que emulaban al maestro, consiguiendo en algunos casos atraer la atención de los científicos. Le proprietà dei metalli [+lee también:
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ficha de la película], de Antonio Bigini, una de las películas seleccionadas en la sección Generation Kplus de la última Berlinale que ahora se está proyectando en competición en el Bergamo Film Meeting, cuenta la historia de un minigeller que vive en el campo, en medio de los Apeninos tosco-romañolos desde finales de los años 70 con su padre granjero, su hermano pequeño y su abuela.
Pietro (Martino Zaccaro) es un chico tímido, así que no actúa como el típico protohéroe mutante del Profesor X o de The Umbrella Academy, pero es perfectamente consciente de sus facultades. Puede doblar llaves y tenedores, y el profesor Moretti (David Pasquesi), que ha venido a posta desde la Universidad de Bolonia para "estudiarle", es el único que parece creer en él. La escena en la que se le pide a Pietro que se limite a describir objetos metálicos mediante el tacto es preciosa: el chico describe un cuchillo de queso como "cálido, suave y verde" y una gran junta de acero como "crujiente, azul y parecida a un gato". Por otro lado, su padre viudo (Antonio Buil Pueyo), agobiado por las deudas, le ignora y no cambia su actitud —radicalmente, por cierto— hasta que el profesor de la universidad le habla de un premio de 20.000 dólares en EE.UU. para quien aporte pruebas científicas de un fenómeno paranormal.
El documentalista, guionista y montador Antonio Bigini se inspiró en el estudio (que nunca llegó a publicarse) del físico Ferdinando Bersani y del profesor universitario Aldo Martelli para hacer esta película, que a su vez constituye su primer largometraje de ficción. Dirige la historia con gran delicadeza, con una especie de fragilidad poética y dejando mucho sin decir sobre este niño de origen humilde que se ha visto obligado a medirse con el mundo de los adultos que quieren viviseccionar sus habilidades ocultas —una pérdida de inocencia que también experimenta el mundo rural, ya que va quedándose desfasado con el paso de los años. Aunque no se pueden comparar, Le proprietà dei metalli recuerda a una reciente producción noruega, The Innocents [+lee también:
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entrevista: Eskil Vogt
ficha de la película], de Eskil Vogt, un thriller sobrenatural proyectado en Un Certain Regard de Cannes 2021 sobre un niño con poderes telequinéticos, una película que cuestiona la naturaleza del bien y del mal y la supuesta inocencia de los niños.
La película de Bigini no hace alarde de efectos especiales, su punto fuerte es la pura originalidad de la idea de la que parte, que abre interrogantes sobre este mundo "lleno de fuerzas invisibles en las que la gente ha dejado de creer", según dice el profesor en la película. Sin embargo, lo hace alejándose demasiado de los estándares narrativos y de su dramaturgia, y esto puede provocar que muchos espectadores puedan sentirse algo traicionados ante tal evanescencia.
Le proprietà dei metalli es una producción de Kiné Società Cooperativa con Rai Cinema. Las ventas internacionales corren a cargo de True Colours.
(Traducción del italiano)
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