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CPH:DOX 2023

Crítica: Blix Not Bombs

por 

- El segundo trabajo de Greta Stocklassa explora las complejidades de la diplomacia posterior al 11-S, pero acaba haciendo las preguntas equivocadas

Crítica: Blix Not Bombs

La documentalista checo-sueca Greta Stocklassa explora la formación de identidad, las decisiones cruciales y los asuntos internos de la actualidad desde un punto de vista personal y social. Para ella, los documentales nunca son exclusivamente observacionales, y considera que es crucial meterse en el tema y cuestionar el statu quo, tanto verbal como visualmente. Blix Not Bombs, que compite en el CPH:DOX por el Premio F:act, es su segundo largometraje tras Kiruna – A Brand New World [+lee también:
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ficha de la película
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, y cuestiona el papel que juega la diplomacia en la política. ¿Podríamos haber prevenido catástrofes políticas si no hubiésemos seguido las normas a rajatabla?

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La directora está presente desde la primera toma: un vídeo casero prepara el terreno para un enfoque autorreflexivo de una narrativa en primera persona. De hecho, así como la Greta adulta muestra a su yo de ocho años soplando las velas de la tarta y charlando sobre cualquier cosa que se le viniera a la cabeza, es otra persona la que vemos más adelante enfrentada con una cámara y numerosas imágenes de su yo del pasado. El título de la película hace referencia a Hans Blix, un diplomático sueco de renombre cuyo trabajo para apaciguar las tensiones políticas en todo el mundo llamó la atención de Stocklassa en un principio. No se da ningún contexto sobre cómo o por qué se acercó a su compatriota en un primer momento, y casi nunca hablan acerca de las entrevistas como una película en ciernes . La falta de esta información hace que el retrato de este documental tenga un ambiente demasiado relajado, dada la seriedad de los temas tratados y el estilo.

Stocklassa habla en nombre de todos los que, al crecer en los 90, vivimos brevemente una vida que tenía todo el sentido del mundo: Europa estaba cambiando, y la paz era una promesa que todos deseaban mantener. Para Blix Not Bombs, la directora utiliza multitud de noticiarios que parecen haber sido meticulosamente recopilados de todo tipo de canales de televisión, organizándolos en una retrospectiva mediática propia, con sutiles comentarios de voz en off: “¿Es ésta la realidad del crecimiento”, reflexiona la cineasta, “¿o simplemente va todo a peor?”. Aunque estos documentos relatan bastante bien nuestra historia reciente, hay demasiadas imágenes de catástrofes naturales, guerras y refugiados sufriendo que conocemos demasiado bien ahora mismo, incluida la caída de las Torres Gemelas.

Aquí es donde Blix entra en el punto de mira de la política estadounidense. Aunque había sido un diplomático en activo desde los años 60, trabajando para la ONU y la seguridad nuclear tras el desastre de Chernóbil, su nombre se asocia sobre todo con haber dirigido las inspecciones de armas de destrucción masiva en Irak antes de la invasión estadounidense en 2003. Stocklassa se interesa por el modo en que evolucionó el conflicto silenciado entre inspectores y políticos en el periodo previo a la guerra, y no rehúye cuestionar el papel del deber moral, la culpa y la posibilidad de prevención. Incluso establece paralelismos con la invasión de Ucrania por parte de Putin y señala que la historia se repite, ya que los líderes mundiales confían demasiado en los códigos diplomáticos. Aunque se suma al llamamiento de escucharse los unos a los otros para vivir en paz, las conversaciones que mantiene con Blix a menudo se alejan frustrantemente de una importante metarreflexión sobre la propia diplomacia.

En su lugar, Stocklassa considera responsable a Blix (o, más en concreto, le sorprende que no se autoconsidere responsable) de la invasión a gran escala. Las cuestiones éticas son siempre peliagudas, y la directora es lo bastante honesta como para incluirse siempre a sí misma con su voz y su rostro como parte de la conversación, en lugar de utilizar únicamente la cámara para construir una narrativa condenatoria. Sin embargo, su frustración resalta la división entre la moral privada y la pública en la conducta política, un ámbito que, por desgracia, está muy fuera del alcance de una persona de a pie.

Blix Not Bombs ha sido producida por Pink Productions (República checa) y coproducida por Corso Film (Alemania) y Sisyfos Film Production (Suecia).

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(Traducción del inglés por Nuria Olivas Valera)

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