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CPH:DOX 2023

Crítica: Queendom

por 

- La obra de Agniia Galdanova, ganadora del premio CPH:DOX, es un retrato rico y necesario de una artista queer rusa que lucha contra los prejuicios y el patriarcado opresivo

Crítica: Queendom

La guerra sin cuartel iniciada por Rusia contra Ucrania ha generado un interés creciente por los documentales sobre la sociedad rusa: es comprensible que intentemos aportar algo de sentido a los horrores que están ocurriendo. La película ganadora del premio Next:Wave en el CPH:DOX (ver la noticia), Queendom, de Agniia Galdanova, lo hace de una forma trascendental, a través de la historia de una artista queer que lucha contra los prejuicios y el patriarcado opresivo. Aunque inevitablemente reflexiona sobre Rusia, es esencialmente un retrato urgente y rico en matices.

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Se trata de un documental completamente observacional, pero cuando Gennadiy es entrevistada por Vogue Rusia, descubrimos que considera su creación, Gena (pronunciado “Jenna”), “una entidad” separada de sí misma, y admite que no le importa mucho la identificación sexual o de género, ya que no se reconoce en ninguno de esos arquetipos. En este caso, decide utilizar el pronombre masculino, pero esto cambiará hacia el final de la película. Esto podría indicar una fusión entre la artista y su obra, o podría ser el signo de una toma de conciencia, de un crecimiento. A fin de cuentas, cuando empieza la película, Gena tiene solo 20 años.

Nacida en Magadán, en el extremo oriental del país, que básicamente es un puesto avanzado del gulag más remoto de la antigua Unión Soviética, Gena perdió a sus padres cuando era pequeña y fue criada por sus abuelos. El abuelo es el típico hombre soviético de la vieja escuela al que le han inculcado cierto cristianismo ortodoxo, y parece ser capaz de tolerar a Gena, pero su relación se va espaciando a lo largo de la película y dista mucho de ser sencilla. Por supuesto, estas dos personas mayores nunca podrán entenderla y, como dice su amiga, es un milagro que no la echen de casa.

No es de extrañar, ya que el arte de Gena es abiertamente queer e implacablemente performativo. Sin embargo, no actúa en teatros o galerías, sino que se viste con ropa de inspiración alienígena y de pesadilla, hecha con cinta adhesiva, papel maché y látex, con tacones de aguja de 15 cm, lentillas negras y la cabeza rapada, mientras se pasea en público a plena luz del día. En Magadán, esto solo consigue que la escolten fuera de un supermercado, pero en Moscú, es directamente peligroso. Allí, hace tiempo que la sociedad es más agresiva y menos tolerante, pero cuanto peor es la situación, más decidida es la lucha de Gena.

La fuerza de su arte procede no solo de su valentía, sino también de su franqueza a la hora de mostrarse vulnerable, tanto emocional como físicamente. Tras asistir a la protesta contra la detención de Navalny, envuelta en cinta adhesiva con los colores de la bandera rusa, la expulsan de la escuela de maquillaje. La educación era la última esperanza de su abuelo para esta niña depravada, y ahora quiere que él (para el abuelo, ella siempre será “él”) entre en el ejército. Al mismo tiempo, la “operación militar especial” de Putin casi ha comenzado.

El arte de Gena parece sencillo y directo, pero es increíblemente poderoso y merece un estudio aparte. Galdanova lo utiliza para transportarnos al estado mental de la protagonista, y es evidente que estos fragmentos fueron realizados directamente para el documental, ya que habrían tenido un efecto diferente sin el comprometido, disciplinado y limpio trabajo de cámara de Ruslan Fedotov (ganador de tres premios en el IDFA como director), y la banda sonora sobrenatural de Damien Vandesande y Toke Bronson Odin.

Esta música, que evoca imágenes de insectos o extraterrestres, acabará penetrando en la realidad (la artista fuera de la interpretación) en la penúltima escena, que pone fin a la película con una nota triste, pero definitivamente esperanzadora para Gena. A continuación, asistimos a una coda devastadora, una imagen inquietante y aterradora que dice más sobre el estado actual de la sociedad rusa de lo que podrían decir mil artículos de opinión o podcasts.

Queendom es una producción de Igor Myakotin y Agniia Galdanova, mientras que Submarine gestiona los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés)

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