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MOVIES THAT MATTER 2023

Crítica: A Golden Life

por 

- El primer largometraje documental de Boubacar Sangaré sigue a un adolescente que trabaja en una mina de oro en Burkina Faso

Crítica: A Golden Life

El término "minería de oro artesanal" puede evocar varias imágenes, pero definitivamente serán distintas de la realidad que vive Bolo, un adolescente burkinés. Junto con un grupo de amigos, se dedica a buscar oro en la mina de Bantara, donde han acudido muchos jóvenes de toda Burkina Faso con la esperanza de mejorar su situación. Boubacar Sangaré acompaña a Bolo durante tres años en su primer largometraje documental, A Golden Life [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, proyectado en el Movies That Matter tras su estreno mundial en la Berlinale.

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Al inicio de la película, descubrimos que los padres de Bolo no tienen muchos recursos y no pueden mantenerlo económicamente. Con 16 años, se muda a Bantara y se pasa el día picando las paredes rocosas del estrecho pozo, arrodillado en el agua. Cuando no está dentro, está en la boca del hoyo, ayudando a un amigo a bajar por la cuerda o subiendo un cubo lleno de tierra fangosa, en el que esperan encontrar algún destello del brillante metal. En otros momentos lo vemos cocinando alubias, buscando cigarrillos, charlando sobre tendencias musicales o pasando la noche en un bar, que nunca vemos, pero intuimos que duerme hasta bastante tarde en su tienda.

A lo largo de la película llegamos a conocer en profundidad toda la subcultura de la extracción artesanal de oro que ha estallado en Burkina Faso tras la crisis financiera. Es un trabajo extenuante y peligroso: en cierto momento se produce una explosión, probablemente de uno de los generadores que utilizan para bombear agua. Varios planos generales revelan un auténtico hormiguero de tiendas de campaña donde trabajan cientos de personas. Aquí es donde Bolo y muchos otros pasan su adolescencia, mientras que otros dos personajes nos muestran que incluso entre los jóvenes hay diferentes generaciones: Missa y Dramane solo tienen 12 y 13 años, y ganan un sueldo mísero empujando un carro que transporta sacos de 50 kilos de tierra excavada, que se lleva a moler antes de poder extraer el oro.

Asistimos a todo el proceso de extracción a través de este documental observacional. Gracias a las conversaciones entre los mineros, descubrimos por qué algunos pozos tienen más de 100 metros de longitud y cómo algunas personas pasan más de dos años allí antes de encontrar oro. Hay toda una mitología relacionada con los djinn, que deciden si vas a encontrar oro en función de si les gustas o no. Por otra parte, la población de Bantara tiene otro temor, además de los evidentes peligros físicos: han llegado los buscadores blancos, y tienen recursos muy superiores a los de la población local.

Con todo, esta no es una película sobre injusticias globales ni sobre las desgracias que tienen que soportar los niños africanos para tener una vida relativamente decente. Es una película sobre el paso a la edad adulta, en la que vemos claramente que Bolo y sus amigos no son tan diferentes de los adolescentes en otras partes del mundo, a excepción de que han tenido que crecer mucho más rápido. Esta es la razón por la que el documental presenta una amplitud reducida en su registro emocional, pero lo compensa con un retrato en profundidad de su protagonista y un contexto social bien documentado. Hace más de 20 años, Sangaré también fue un niño minero en Bantara, por lo que prácticamente está contando su propia historia.

Técnicamente, se trata de una película lograda con una sobria distribución de escenas bien planteadas y rodadas, mientras que un par de secuencias filmadas en el interior del pozo con Bolo añaden cierta tensión, lo cual es de agradecer en lugar de presentar desarrollos más accidentados.

A Golden Life es una coproducción entre la burkinesa Imedia, la beninesa Merveilles Productions y la francesa Les Films de la caravane. La checa Filmotor se encarga de los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés)

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