Crítica: Les Oubliés de la Belle Étoile
por Vladan Petkovic
- El segundo largometraje documental de Clémence Davigo ofrece una mirada devastadora al abuso infantil en la Iglesia Católica en Francia poniéndonos en el papel de tres de los afectados

Tres hombres de avanzada edad se reúnen en una idílica casa rural cerca de Albertville, en Saboya (Francia). Michel ha preparado comida de sobra para todos, y juntos se sientan a la mesa durante este día tan soleado. No tardaremos mucho en enterarnos de que en los años 50 y 60 fueron internados en el centro correccional para niños de Mercury, perteneciente a la Dirección Departamental de Asuntos Sanitarios y Sociales (DDASS) y dirigido por un abad de la Iglesia católica, y de que allí fueron víctimas de horribles abusos. Todos los años se reúnen allí junto con otros supervivientes, y este año, con motivo del segundo largometraje documental de Clémence Davigo, Les Oubliés de la Belle Étoile, aceptaron sentarse a hablar ante la cámara para esta película que se ha proyectado en Visions du Réel.
La intimidad y la empatía con que Davigo trata a sus protagonistas dan lugar a una caracterización meticulosa que ayuda al espectador no solo a percibirlos tal como son hoy, sino también a imaginar cómo eran de niños. Prácticamente podemos ver a estos niños, incluso antes de que se proyecte, tanto para nosotros como para ellos, un viejo vídeo mudo de una celebración en 1970. En él vemos al responsable, el abad Garin, "rojo como una remolacha con vino y sangre", o al menos así es como lo describe Michel. En la grabación, se ve cómo Garin recibe una condecoración al tiempo que los chicos, con visibles ojeras, corretean de un lado a otro. Les despertaban en mitad de la noche para obligarlos a salir a correr, ¿y por qué? Nadie lo sabe. Los niños que acababan en el centro correccional no tenían por qué haber hecho nada malo; o eran huérfanos, o estaban bajo la tutela del estado, o un juez de menores los había enviado allí. "Habría sido más fácil hablar con nosotros", afirma uno de ellos, pero en lugar de eso, abusaban violentamente de ellos todos los días, de manera que los incapacitaban emocional, física y mentalmente para siempre.
Dédé tiene 78 años y es un hombre alto, guapo y sensato que pasó 35 años en la cárcel. Aprendió a robar en Mercury, ya que pasaba hambre día tras día, razón por la que nunca pudo estudiar, lo cual le dejó incapacitado para trabajar.
Michel tiene 69 años y le encanta enfrascarse en la cocina. "Nos llamaban cabrones, pero míranos ahora", dice en una de las escenas más tristes de la película mientras muestra la comida que ha preparado. Lleva a cuestas una enorme vergüenza, sobre todo por haber sido obligado a correr desnudo por la nieve mientras le azotaban.
Daniel es algo más joven, aunque no se revela su edad. Como era el más pequeño y débil de los chicos, fue el que más sufrió, así como, al igual que seguramente muchos otros, víctima de abusos sexuales por parte de un sacerdote que sigue en activo. Se trata de un hombre amable y sensible que asegura que lo único que le hace evadirse de su dolor es correr maratones. Es el que le enseña una caja llena de medallas a Dédé.
Ellos tres, junto con varios supervivientes más, se reúnen con la “unidad de apoyo” de la diócesis de Saboya, que en realidad está constituida únicamente por un matrimonio de terapeutas familiares que muestran una gran empatía y comprensión por sus experiencias. Sin embargo, Dédé, Michel y Daniel insisten en que quieren hablar con el obispo, y exigen que se les reconozca y se les indemnice. Al final, lograrán reunirse con el obispo, pero ¿servirá de algo?
Independientemente de lo peliagudo que sea el tema y de lo mal que vayan los juicios, los documentales suelen terminar con algún signo de esperanza, pero esta película genera tristeza, rabia y desilusión en los espectadores, sobre todo en aquellos que creían que la Iglesia acabaría reconociendo sus delitos —en algunos de los casos producidos en Austria, Irlanda y EE.UU. acabaron haciéndolo, pero en Francia, por alguna razón, sigue siendo más difícil—. De este modo, Davigo subvierte nuestras expectativas y convierte el signo de esperanza en un momento amargo pero genuino de honestidad y humanidad.
Les Oubliés de la Belle Étoile ha sido producida por la francesa Alter Ego Production, y Andana Films tiene los derechos internacionales.
(Traducción del inglés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.