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Crítica: Sundial

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- El documental de la estonia Liis Nimik es una película pura y onírica que subvierte las expectativas del público, retratando el estado de la naturaleza y todo lo que está conectado con ella

Crítica: Sundial

Después de dirigir varios cortometrajes, el primer largometraje documental como directora de la aclamada editora y productora estonia Liis Nimik, Sundial, se ha proyectado en Hot Docs como parte del programa Changing Face of Europe de la European Film Promotion, tras su estreno mundial en la competición internacional de mediometrajes y cortometrajes de Visions du Réel. Comienza como una película críptica y meditativa, pero poco a poco se van dejando entrever sus ideas e intenciones. Aun así, en un documental como este, lo más probable es que cada espectador haga su propia lectura.

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La película se compone casi exclusivamente de tomas estáticas con una cámara de 16 mm, cortesía del director de fotografía Erik Põllumaa. Es invierno en un pueblo estonio, y se muestra a personas recogiendo leña, pasando el rato con sus familias y sentadas dentro de casa a solas. La escena inicial muestra a un joven haciendo una hoguera con ramas grandes, con un fuego que ruge al frente del plano gracias al diseño de sonido de Israel Bañuelos. El trabajo de este personaje es fundamental en la película, al igual que los elementos naturales básicos o el deseo de las personas de hacer música. Se utilizan diferentes tipos de drones para conseguir distintos planos —melódicos y con el viento o ciertos silbidos de fondo— que sirven de acompañamiento a varias escenas de paisajes, bosques, árboles y un lago azul oscuro, de manera que se mezclan con sonidos de la naturaleza.

En una de las escenas se ve a un hombre de pelo largo sentado con sus tres hijos pequeños, jugando al ajedrez con uno de ellos. La niña, que probablemente sea la hermana de en medio, canta con una suave voz, y el hombre le corrige la última nota. Más tarde, se mostrará al padre tocando lo que parece una pequeña tuba, al tiempo que mamá ayuda a la hija con sus deberes del colegio. Estos tres curiosos niños aparecerán varias veces a lo largo de la película mientras exploran su entorno, pero Nimik no los trata ni a ellos ni a ningún otro personaje como protagonistas, por lo que quizá convendría más bien referirnos a ellos como "humanos".

También se muestra a un hombre tocando una guitarra eléctrica en lo que parece ser su cobertizo o garaje, con calderas de la época soviética calentando el lugar, y a una solitaria anciana que permanece casi siempre sentada dentro de casa, con la cara iluminada por el resplandor del fuego. Un hombre reparte leña en un bloque de apartamentos, y las bromas que mantiene con un inquilino que no aparece en pantalla constituyen probablemente la parte más animada de los escasos diálogos de la película.

Y luego están los animales: ovejas, vacas, perros, gatos y un único y solitario caballo. Están tan presentes como los humanos en la película, pero el espectador tratará, naturalmente, de descifrar la relación entre las distintas personas que aparecen para averiguar qué tienen en común o qué diferencias existen entre ellas, entrenados como están nuestros cerebros para buscar narrativas. Pero no parece existir ninguna comunidad, hasta una escena del último tercio de la película en la que de repente vemos a un gran grupo hacinado en una sala, debatiendo en voz alta una ambigua "unión entre dos comunidades".

También tendemos a pensar en términos de unidad de tiempo y lugar, y al principio, cuesta entender qué tipo de pueblo es el de la película: hay muchas casas aisladas y parece que nadie tiene vecinos, aunque, por otro lado, también hay bloques de apartamentos. Sin embargo, en los créditos finales todo cobra sentido, pues se informa de que el documental se rodó en zonas rurales de distintas partes del país.

Sundial es una auténtica experiencia cinematográfica, una proeza de imágenes naturales que adquieren gravedad y profundidad gracias a la granulada cinematografía en 16 mm, una película pura y onírica que subvierte las expectativas del espectador de forma sutil. Pero lo que realmente acaba haciendo es bastante radical, algo que te llevará a una conclusión a la que solo podrás llegar una vez hayas salido del cine y hayas reflexionado sobre ello, de manera que acabarás planteándote volver a ver la película otra vez.

Sundial ha sido producida por la estonia Klara Films OÜ, y Taskovski Films posee los derechos internacionales.

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(Traducción del inglés)

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