Crítica: All You See
por Mariana Hristova
- La directora iranineerlandesa Niki Padidar ofrece un ensayo documental emotivo y visualmente elegante sobre el exilio y la otredad desde el punto de vista de ese otro

Cualquier búsqueda online sobre lo que significa ser inmigrante en los Países Bajos ofrece una larga lista de testimonios personales que confirman lo difícil que es para los extranjeros vivir en un país que, por lo demás, encabeza las listas de tolerancia. La cineasta iranineerlandesa Niki Padidar tampoco esconde su visión pesimista sobre su segundo hogar en la dolorosamente personal All You See, que inauguró la última edición del IDFA y se proyecta actualmente en el Hot Docs, como parte del programa The Changing Face of Europe de la European Film Promotion.
Padidar ha vivido en los Países Bajos desde que sus padres la llevaron a Ámsterdam con siete años, huyendo de la guerra en su Irán natal. La cineasta también abordó el tema de la alteridad en su anterior cortometraje, Ninnoc (2015), una obra más inocente en la que presenta a una niña de 11 años que cree que sus compañeros de clase la ven diferente. En All You See, Padidar recoge historias reales que se suman a su propia experiencia, identificando así pautas de comportamiento y pensamiento profundamente arraigadas en la mentalidad blanca y colonial.
Cuatro personajes femeninos de distintas edades y de diversos orígenes migrantes comparten sus solitarias experiencias de otredad. La pequeña Sophia echa mucho de menos a sus amigos, ya que acaba de llegar con su madre desde el Reino Unido y sigue siendo la “nueva”, al menos hasta que aprenda neerlandés. La joven Hanna habla neerlandés con acento ucraniano, mientras intenta aprender de las películas a mezclarse con los locales y a deshacerse de su aspecto de turista. La somalí Khadija lleva 27 años viviendo en los Países Bajos y habla neerlandés como una nativa, pero su piel negra suscita comentarios inapropiados a diario: en el hospital donde trabaja como enfermera, la gente la confunde con una limpiadora. La joven se da cuenta de que en una sociedad en la que la gente se toma seis meses de permiso tras una ruptura o la muerte de una mascota, contar cómo la mitad de tu familia fue decapitada ante tus propios ojos es demasiado chocante y simplemente está fuera de lugar. No es solo su color de piel, sino también su capacidad de aguante lo que la sitúa en un mundo aparte de la gente que la rodea. La cuarta integrante del grupo es la propia Niki Padidar, siempre oculta tras la cámara, pero presente mediante una voz en off y personificada visualmente por una niña silenciosa. En cierto modo, cada una de ellas representa las distintas etapas de su exilio.
Las entrevistas se intercalan con episodios interpretativos que presentan una puesta en escena teatral: momentos contemplativos en los que las heroínas están solas en sus espacios íntimos y apartados. Se trata de entornos protegidos del hostil mundo exterior, pero también parecen celdas de prisión, vacías y silenciosas, para que las preguntas cruciales resuenen con claridad en sus cabezas. ¿Qué se siente al pertenecer a un lugar sin conectar con su cultura? ¿O al ser observado sin ser visto? Padidar se identifica como una mujer de Ámsterdam, pero el entorno no le permite sentirse verdaderamente holandesa. Sin embargo, su película es oficialmente una producción de los Países Bajos y compitió en la categoría de mejor película nacional en el IDFA.
Para la industria cinematográfica neerlandesa y sus perspectivas de financiación, una película que señala las desventajas locales está probablemente justificada como una invitación a debatir, analizar e instigar algunos cambios. No obstante, apoyar la discusión abierta de estos problemas en la era poscolonial para liberar tensiones psicológicas mientras se perpetúan las viejas formas paternalistas es también una actitud colonial arquetípica. Al menos se ha lanzado un desafío.
All You See es una producción de la neerlandesa mint film office. Filmotor se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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