Crítica: El sostre groc (El techo amarillo)
- En su documental, Isabel Coixet trata el caso del Aula de Teatro de Lleida, en donde nueve mujeres denunciaron abusos sexuales por parte de dos de sus profesores

En 2018, un año después del auge del movimiento #MeToo, un grupo de nueve mujeres interpuso una denuncia contra dos de sus profesores (Antonio Gómez y Ruben Escartin), acusándoles de haber cometido numerosos actos de abuso sexual entre 2001 y 2008, cuando apenas eran unas adolescentes. En su último trabajo, la directora catalana Isabel Coixet se reúne con las víctimas e intenta que el espectador se haga una idea de lo mal que se hicieron las cosas entre las paredes del Aula de Teatre de Lleida y del tipo de personas que trabajaban para la compañía de teatro juvenil La Inestable.
El sostre groc (El techo amarillo) [+lee también:
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ficha de la película], que ya se ha exhibido en el IDFA y en el Festival de San Sebastián, y ahora lo está haciendo en el Hot Docs, explora la toxicidad del mundo del teatro y las artes escénicas, un tema desagradable que a menudo se pasa por alto. En general, las relaciones entre alumnado y profesorado que se establecen en una escuela de arte dramático o dentro de una compañía teatral suelen ser muy intensas, emocionales y difíciles de gestionar. Se pasan muchas horas juntos, a veces incluso más que con la propia familia, y se revelan muchos secretos entre unos y otros, tanto en el escenario como en los camerinos —el crítico habla aquí desde su experiencia como antiguo alumno de dirección de escena, tras haber estudiado en una academia de teatro en Italia entre 2010 y 2013—. Por tanto, es necesario que todos los participantes fijen y respeten unos límites y unas normas claras, ya que el riesgo de dañar la salud mental de alguien está siempre a la vuelta de la esquina. Y hay personas —Gómez y Escartin, por ejemplo— que se aprovechan de su posición y explotan los sueños de sus alumnas en su propio beneficio, dejando cicatrices horribles y dando rienda suelta a sus sucios vicios sin ninguna clase de impedimentos durante años, como es el caso de esta historia.
Coixet opta por utilizar dos herramientas principales para su obra de no ficción: las entrevistas, en las que todas las mujeres implicadas van directamente al grano y cuentan cómo los dos profesores las manipularon y se comportaron de forma inapropiada con ellas, y las secuencias de imágenes de archivo, a menudo en blanco y negro, que resultan todavía más perturbadoras gracias a la inquietante banda sonora de Chop Suey, que contribuye a transmitir a la perfección la atmósfera fuertemente "sexualizada" creada por los dos profesores, en la que el contacto físico y los ejercicios teatrales servían de pretexto para aprovecharse de la inocencia de las jóvenes.
Resulta especialmente doloroso pararse a pensar en la indiferencia que existía desde el propio entorno, en concreto por parte de los jóvenes que estudiaban en la escuela de arte dramático con ellas, que en la mayoría de los casos se lo tomaban todo en broma y no fueron capaces de escuchar los gritos de auxilio de sus compañeras. Todas las historias de las chicas contenían detalles que daban a entender que desde el principio había algo que fallaba, por decirlo suavemente, pero aun así, tuvieron que pasar 17 años para que se denunciaran oficialmente los primeros delitos, y no habría sido así de no ser por las valientes mujeres que hicieron frente a su comprensible miedo y vergüenza y decidieron dar el difícil paso de contar su historia.
"Eso no era teatro" y "no es nuestra culpa", gritan las mujeres durante una de sus protestas, y con toda la razón del mundo. Es probable que muchos espectadores perciban su dolor e incertidumbre —o al menos parte de ellos—, especialmente durante la parte en la que Goretti, una de las nueve chicas, nos desvela indirectamente el significado del "techo amarillo" (el "sostre groc" en catalán) del título al revivir su peor recuerdo.
En definitiva, el documental de Coixet constituye un conmovedor grito de guerra contra los abusos y un importante paso en el proceso de curación de estas mujeres. Dicho esto, cabe destacar también que la justicia no fue capaz de proteger a las nueve víctimas, ya que los delitos de los dos profesores acabaron quedando impunes y ambos han podido seguir con sus vidas con total normalidad. Gómez, en particular, se negó a ser entrevistado por el equipo de producción y se trasladó a Brasil tras recibir una generosa indemnización de 59.000 euros por su despido.
El sostre groc ha sido producida por Miss Wasabi. The Open Reel se encarga de sus ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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