Crítica: Knit’s Island
por Muriel Del Don
- Ekiem Barbier, Guilhem Causse y Quentin L’helgoualc’h nos transportan a un mundo en el que la realidad y el metaverso luchan para mantener un equilibrio precario y siempre amenazado

Ganadora del premio Burning Lights en Visions du Réel, donde se estrenó a nivel mundial, Knit's Island [+lee también:
tráiler
ficha de la película], de los directores franceses Ekiem Barbier, Guilhem Causse y Quentin L'helgoualc'h, destaca como una obra atrevida y estéticamente poderosa que nos hace reflexionar sobre el concepto de "realidad". En Knit's Island, que se ha rodado íntegramente en el mundo de la RV, en un universo fantástico con el que muchos ni siquiera están familiarizados, se crea hábilmente un puente entre ficción y realidad, entre la concreción de la vida cotidiana y la virtualidad del metaverso.
Esta última obra de los franceses Ekiem Barbier, Guilhem Causse y Quentin L'helgoualc'h, que constituye una especie de prolongación de la experiencia que iniciaron con su mediometraje Marlowe Drive, creado a partir de imágenes extraídas del videojuego GTA V, es a la vez cautivadora e inquietante, etérea y peligrosamente real.
En algún lugar remoto entre los distintos dominios virtuales de Internet, se hallan misteriosos personajes que luchan por su propia supervivencia. Los cineastas, o más bien sus avatares, tomaron la decisión de pasar ni más ni menos que 963 horas en este universo paralelo, interactuando con todas aquellas personas que también han elegido este mismo mundo virtual como refugio, como una especie de habitación del pánico donde protegerse de una realidad a veces demasiado intensa y asfixiante. Los jugadores del videojuego DayZ comparten con los tres documentalistas franceses sus miedos, sus esperanzas y los fantasmas que les acechan, y todo ello en medio de un vaivén a veces desconcertante entre la realidad y el metaverso.
Esta insólita creación llevada a cabo por Ekiem Barbier, Guilhem Causse y Quentin L'helgoualc'h constituye una mezcla explosiva de cine y videojuegos, de realidad virtual y una vida cotidiana de los gamers que a veces se cuela de forma inesperada en la narración. Un claro ejemplo de ello es la escena en la que se oye llorar de fondo al hijo de una de las gamers, que abandona el juego para calmarlo, lo cual resulta a la vez sorprendente y maravillosamente desestabilizador. La mirada de su avatar, ahora desprovisto de "vida", ya no expresa nada en absoluto, tal y como la de un maniquí.
Lejos de introducir la narración de manera forzada o de utilizar trucos cinematográficos, los tres directores franceses se dejan guiar por sus encuentros, de manera que construyen la historia en consonancia con los relatos y testimonios de los demás avatares. Independientemente de que vayan armados hasta los dientes o de que se trate de caníbales, reverendos (reverendo Stone) que quieren dar consuelo a las almas perdidas, o de un grupo de ravers que trascienden sus miedos a la aniquilación por medio de la música, Knit's Island ofrece personajes que resultan a la vez aterradores y conmovedores, repulsivos y fascinantes. Como explica uno de los gamers, en la RV ocurre como en los bares de toda la vida del barrio: unos se llevan bien y otros se odian, pero todo eso forma parte del juego. Knit's Island no constituye una simple crítica superficial a los jugadores adictos a la violencia gratuita, sino más bien una película que aborda con inteligencia temas sobre la frontera entre la realidad y la RV. Aparte de un lugar de ficción donde perdernos, así como un espacio de evasión y libertad para experimentar emociones extremas, la RV es parte integrante de la "Realidad" con la R mayúscula. Knit's Island es una experiencia humana y sociológica que nos proporciona un sentido de comunidad que va más allá de lo real tal como lo conocemos. "Solo soy Frank", confiesa el reverendo Stone al final de la película, recordándonos que, al fin y al cabo, todos llevamos una máscara. De nosotros depende elegir cuál queremos llevar puesta.
Knit's Island ha sido producida por la francesa Les Films Invisibles.
(Traducción del italiano)
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