Crítica: Perdidos en la noche
por Savina Petkova
- CANNES 2023: Diez años después de haber recibido el premio a la Mejor dirección, el mexicano Amat Escalante vuelve a la Croisette con una película sólida, pero sorprendentemente dócil
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ficha de la película] en Venecia hace siete años, los críticos han estado ansiosos por descubrir qué podría estar a la altura de su potencial erótico de ciencia ficción. Los espectadores más atentos podrán identificar un póster enmarcado de La posesión, de Andrzej Żuławski, en una casa vacía como referencia temática en la anterior película de Amat Escalante. Su nuevo trabajo, Perdidos en la noche [+lee también:
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ficha de la película], presentada en la sección Cannes Première del Festival de Cannes, también se acomoda en la intersección entre la líbido y el impulso mortal. Si estamos de acuerdo en que el cineasta mexicano tiene un “sello propio” en la forma de abordar un tema recurrente, este sería la erupción de la violencia a través de fronteras o líneas divisorias, ya sean de clase o raza.
Durante un rato, parece que Perdidos en la noche empieza perpetuamente. Mientras que la primera escena establece un tono sombrío, con imágenes de una lujosa casa junto a un lago (recientemente abandonada), la siguiente presenta el contexto político. Nos encontramos en un pequeño pueblo de México, donde una reunión entre ciudadanos y funcionarios aborda un dilema desalentador: apoyar la minería o defender la tierra y los empleos locales. No es de extrañar que, después de que una activista decida oponerse radicalmente a la minería en el pueblo, esta sea perseguida, golpeada y secuestrada. Todo esto sucede en el espacio de apenas unos minutos. En la siguiente escena, una especie de tercera apertura, conocemos al auténtico protagonista de la película, Emiliano (interpretado por Juan Daniel García, con un perfil duro pero sin llegar a resultar alienante), el hijo de la activista desaparecida.
Tres años más tarde, Emiliano es un adolescente guiado por un sentimiento de justicia y venganza, que descubre una pista que podría conducirle hasta los responsables de la desaparición de su madre. Hay mucha fuerza en su silencio y en su forma de manifestar la rabia, pero no esperanza. Este es su estado cuando se presenta voluntario para trabajar en casa de una familia adinerada, cuya identidad le han revelado en secreto. Al principio, los Aldama parecen totalmente inocentes, atrapados en sus propios problemas cotidianos: tenemos al provocador artista Rigoberto (Fernando Bonilla), a su esposa Carmen (Bárbara Mori), una estrella del pop, a sus hijos pequeños y a Mónica (Ester Expósito), una celebridad local de Instagram para la generación Z.
Está claro que a Escalante no le interesa contar una historia sencilla. Al contrario, Perdidos en la noche puede galopar a través de distintos temas y acontecimientos sin detenerse demasiado en ninguno de ellos. Descubrimos importantes fragmentos de vida a través de comentarios casuales, deseos no revelados que se subliman en violentos juegos preliminares y conflictos latentes que solo se hacen evidentes a punta de pistola. Afortunadamente, son los personajes, y no el público, los que permanecen a oscuras, ya que se nos concede una posición privilegiada para observar cómo se entrelazan todas las contradicciones.
La continuidad plantea un auténtico reto en esta trama enmarañada, pero la montadora Fernanda de la Peza firma un trabajo maravilloso al sincronizar el tempo de la historia con la vida interior de los personajes, en lugar de con sus circunstancias. Si a esto le sumamos el dinámico trabajo de cámara de Adrián Durazo (Manto de gemas, Nuestro tiempo [+lee también:
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entrevista: Carlos Reygadas
ficha de la película]), la película resulta atractiva, incluso envolvente, y encaja perfectamente con la banda sonora a base de sintetizador de Kyle Dixon (Stranger Things), caracterizada por una intimidad escalofriante.
Lo que en un principio parece una historia de infiltración y venganza, no es tanto una crítica social como una reflexión sobre las profundidades del trauma y el deseo: de vivir (el sexo) y de morir (el suicidio). El hecho de que no haya un hilo narrativo que conecte todo esto hace que Perdidos en la noche funcione como thriller y como drama psicológico, sin depender de representaciones violentas para transmitir la contundencia del trauma interior. En las dinámicas familiares del cine de Escalante, casi nadie sale ileso.
Perdidos en la noche es una producción de las mexicanas Pimienta Films, Tres Tunas Cine y Carcava Cine, coproducida por la neerlandesa Lemming Film, la alemana Match Factory Productions, la también mexicana Sula Films, la danesa Snowglobe, la suiza Bord Cadre y la británica Sovereign Films. The Match Factory se ocupa de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
Galería de fotos 19/05/2023: Cannes 2023 - Perdidos en la noche
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