Crítica: La última reina
por Marta Bałaga
- CANNES 2023: Jude Law grita y Alicia Vikander conspira en silencio en la elegante cinta de época de Karim Aïnouz, que no acaba de cautivar por completo al espectador

Karim Aïnouz, autor de la maravillosa La vida invisible de Eurídice Gusmão [+lee también:
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ficha de la película], con la que triunfó en la sección Un Certain Regard, ha dado el salto a la competición principal del Festival de Cannes con su debut en lengua inglesa, La última reina, que cuenta con un reparto de lujo. Sin embargo, este salto a una liga superior resulta extrañamente convencional, a pesar de su perspectiva feminista de la historia, que debería ir más allá de “hombres y guerras”.
El rey Enrique VIII (Jude Law) está casado con su sexta esposa, Catalina Parr, que aparentemente le hace más feliz que “todas las anteriores”. Gracias a Dios, considerando lo que les ocurrió a las demás. Aun así, es un matrimonio basado en un equilibrio muy frágil, en dolorosas interacciones sexuales, donde una sola pelea lleva a Catalina a susurrar inmediatamente: “¡No me mates!”. Puede que esta mujer le acaricie la cara, pero vigila su espalda constantemente.
Esta extraña dinámica es el aspecto más interesante de la historia. En el cine de terror, siempre hay una “última chica”. En este caso, tenemos a una última reina, decidida a sobrevivir, mientras brinda literalmente por la futura muerte de su marido. La última reina se desarrolla a veces como un thriller, pero el asesino, o el monstruo, no tiene que esconderse en las sombras ni ponerse una máscara. Sabe perfectamente que sus víctimas no tienen a dónde escapar.
Al menos, esa solía ser la situación. Ahora, el hombre está enfermo y su pierna supura pus. El Enrique VIII de Law está ya tan enfermo que a veces resulta casi escalofriantemente divertido, como un zombi que reclama toda la atención y declaraciones de amor. No hay vanidad en esta interpretación, solo un hombre poderoso reducido a un amasijo enfadado de carne putrefacta. Es paranoico, imprevisible y cruel. Irónicamente, se siente vivo.
El problema es que aquí no hay ningún tipo de equilibrio, ya que Law domina la situación hasta el final, mientras que Vikander hace todo lo posible por desaparecer. Parr esconde tan bien su verdadera personalidad que es fácil olvidar que tiene una. La mujer carece de defectos: es amable con sus hijastros, incluida Elizabeth, y con los animales pequeños, y entiende los problemas de la gente corriente. Es evidente que los guionistas de la película buscan reivindicarla como una heroína olvidada con ambiciones muy claras. Debe enfrentarse a un obispo que desea quemarla en la hoguera, como a cualquier otra bruja, y es una aspirante a revolucionaria, que mantuvo una amistad con Anne Askew, condenada posteriormente como hereje. No obstante, aunque todo es muy elegante y apropiado, con exuberantes vestidos de época combinados con un mensaje políticamente correcto, la película no resulta demasiado atractiva.
La historia pierde cierta energía, o algo de chispa, y al igual que en Jeanne du Barry [+lee también:
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ficha de la película], el desafortunado título inaugural de Maïwenn en esta edición de Cannes, todo está subrayado a través de una torpe voz en off. Aïnouz ha demostrado que sabe contar historias de mujeres que luchan por sí mismas, pero esta vez, en este “reino podrido”, podría haber sido un poco más atrevido.
Escrita por Henrietta Ashworth, Jessica Ashworth y Rosanne Flynn, La última reina es una producción de la británica Brouhaha Entertainment y Magnolia Mae Films (Estados Unidos), mientras que FilmNation Entertainment se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
Galería de fotos 21/05/2023: Cannes 2023 - La última reina
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© 2023 Fabrizio de Gennaro for Cineuropa - fadege.it, @fadege.it
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