24/05/2023 - CANNES 2023: Felipe Gálvez firma una impactante ópera prima, un western en la Tierra del Fuego chilena de principios del s.XX que muestra la limpieza étnica que llevó a cabo el capitalismo

Mark Stanley, Camilo Arancibia y Benjamin Westfall en Los colonos

"Vuestras ovejas son ahora tan voraces que devoran a los hombres". Esta cita de Utopía, de Tomás Moro, marca perfectamente el tono de la inmersión de Felipe Gálvez en el Chile de principios del siglo XX con su impactante primer largometraje, Los colonos [+lee también:
tráiler
entrevista: Felipe Gálvez
ficha de la película], presentado en la sección Un Certain Regard de la 76ª edición del Festival de Cannes. La película, que desempeña la función de un espejo sin concesiones del comportamiento de los dueños del país en el pasado hacia las poblaciones indígenas, consideradas como animales que se interponían en sus intereses económicos y que, por tanto, había que exterminar si era necesario, toma el camino del western y de la road movie a través de paisajes inmensos y sobrecogedores en los que, a día de hoy, se siguen trazando las líneas de las fronteras, y todo ello para ofrecer una fotografía macabra y hacer justicia a las víctimas indígenas a través de las imágenes.

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"El problema son los indios. Se comen los rebaños. Necesito que me abras una ruta segura y rápida hacia el Atlántico para mis ovejas, ¡y que la limpies!". En plena Tierra del Fuego, en 1901, unos pocos trabajadores están en proceso de colocar vallas hasta donde alcance la vista en medio de una pampa desierta, y José Menéndez (Alfredo Castro), el apodado "rey del oro blanco" y dueño de todas las tierras vecinas hasta varios días a caballo de distancia, confía una misión muy especial a su secuaz de la zona, el despiadado teniente MacLennan (Mark Stanley), al que se une Bill (Benjamin Westfall), un mercenario estadounidense del que "se dice que puede oler a un indio a kilómetros de distancia". El trío se completa con Segundo (Camilo Arancibia), un joven trabajador mestizo con una puntería de extrema precisión, y con esto se pone en marcha un viaje a los confines de la tierra que irá dejando cadáveres a su paso a medida que se vayan produciendo encuentros insólitos, de las llanuras a los bosques, del pie de los Andes al mar...

Particularmente bien cimentada, y con su parte final dedicada siete años más tarde a una investigación gubernamental (destinada a levantar el velo sobre las violaciones cometidas y a llevar ante la justicia a los potentados regionales que habían estado enriqueciéndose a costa de la sangre indígena) que navega desde los salones burgueses de Punta Arenas hasta la isla de Chiloé, el guion de Los colonos se adentra de lleno en su tema, con pulsos y violentos ajustes de cuentas entre los distintos protagonistas, en un entorno en el que era muy fácil adquirir una nueva identidad y ceder a las inclinaciones más oscuras. Al tiempo que saca el máximo partido a sus escenarios, la película consigue adaptar su ritmo al tema del que trata, alternando entre discusiones en vivacs y destellos de brillantez totalmente inesperados, y todo ello con el fin de introducir subliminalmente una lección de historia bajo su envoltura de acción. Se trata de una historia que se refleja en las profundas e inmóviles miradas de los indios, a medida que el negocio sigue su curso, solo que rebautizado con una apariencia de justicia porque "la lana manchada de sangre pierde su valor".

Los colonos ha sido producida por la chilena Quijote Films, en coproducción con la argentina Rei Cine, la danesa Snowglobe, la británica Quiddity Films, la francesa Ciné-Sud Promotion, la alemana Sutor Kolonko y la taiwanesa Volos Films. Las ventas corren a cargo de mk2 Films.

(Traducción del francés)