Crítica: Toldi
por Fabien Lemercier
- La adaptación de un célebre poema épico magiar, codirigida por Lajos Csákovics, es la última película del maestro de la animación húngaro Marcell Jankovics, fallecido en 2021

"Su corazón ardía al tiempo que vislumbraba las estrellas en lo alto del cielo y pensaba en cómo había cambiado su destino". Al igual que ocurrió con Miklós, el increíblemente poderoso protagonista de Toldi [+lee también:
tráiler
ficha de la película] —la última película de Marcell Jankovics (codirigida por Lajos Csákovics), que ha sido presentada en la sección Contrechamp del 42.º Festival de Cine de Animación de Annecy—, el camino que recorrió el cineasta húngaro fallecido en 2021 tampoco fue precisamente habitual. Antes de ser nominado en 1976 al Oscar al mejor cortometraje de animación por Sísifo, y en 1977 a la Palma de Oro al mejor cortometraje de Cannes por The Struggle, Jankovics dirigió en 1973 Johnny Corncob, el primer largometraje de animación de su país, una película a la que siguieron una serie de obras posteriores con las que dejó una huella imborrable (especialmente con Le Fils de la jument blanche en 1981 y The Tragedy of Man) gracias a un estilo muy personal impregnado de psicodelia y a una predilección por adaptar mitos y leyendas húngaros.
Toldi, quinto largometraje y última obra con la que Jankovics pone la guinda a una carrera unánimemente aclamada dentro de la gran familia de la animación internacional, está en perfecta consonancia con los anteriores trabajos del director, que esta vez toma como base de su historia un famoso poema épico escrito en 1846 por su compatriota János Arany. Su héroe, Miklós Toldi, es "un muchacho fornido con el rostro aún lampiño", un joven de fuerza hercúlea que trabaja en el campo y sueña con un futuro glorioso lleno de "espadas relucientes y guerreros orgullosos". Miklós es hijo de un caballero y está confinado en la finca familiar por su hermano Gyorgy, que urde una conspiración para hacerse con la fortuna de los Toldi y convertirse en su único representante en Budapest, en la corte del rey Luis I de Hungría.
Gyorgy el Cruel lleva las cosas un poco demasiado lejos, de manera que atosiga y provoca al joven Miklós (hijo y hermano respetuoso) hasta que este reacciona y se convierte en un hombre completamente nuevo. Y es que cuando Miklós se enfada, es como el Hulk del siglo XIV. Así, el joven protagonista pasa a ser un forajido al que persiguen por los bosques y pantanos ("¿Qué sería de él ahora? ¿Dónde podría empezar una nueva vida? No había remanso de paz para su alma. El exilio habría sido una opción, de no ser por el dolor de su madre"). Entre desventuras, vueltas y revueltas, Miklós se dirige a pie hacia la capital, donde le aguarda su destino en forma de un sanguinario e invencible caballero checo...
Entre tormentas, lobos, hambre, duelos, un cementerio, viudas afligidas a las que vengar, un toro furioso y monedas de oro escondidas en una barra de pan, esta película —accesible a todos los públicos— se abre paso a base de múltiples altibajos protagonizados por un héroe al que acompaña el fantasma de János Arany (el autor del poema) en todo momento. Este último actúa como narrador y una especie de Pepito Grillo, mientras que el hilo principal de la trama —que es muy directa, con su tradicional bueno y malo— se intercala con una variedad de cuadros que trazan tanto el pasado como los sueños que conforman el futuro de Toldi. La película, teñida de una atmósfera sugestivamente crística, concede gran importancia a todos los elementos de la naturaleza, que a su vez se ven iluminados magníficamente gracias al estilo visual típicamente colorista de Marcell Jankovics. Todo ello contribuye a que Toldi constituya un maravilloso epitafio a una notable carrera, así como un brillante legado que el maestro húngaro ha sabido transmitir a su codirector Lajos Csákovics.
Toldi ha sido producida por Kecskemétfilm Studio, y las ventas internacionales corren a cargo de NFI World Sales.
(Traducción del francés)
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