Crítica: El profesor de esgrima
- El cuarto largometraje de Vincent Perez es una cinta de época sobre el duelo y el honor, que consigue una muy buena factura por momentos, pero no exprimir todo su potencial

Los duelos en Francia abarcan alrededor de 1.000 años, y no dejaron de tener lugar hasta pasada la Segunda Guerra Mundial. Durante la mitad de ese tiempo, los duelos armados constituyeron una práctica totalmente ilegal, pero se siguieron llevando a cabo a pesar de ello, como método para resolver disputas, o para buscar justicia o venganza. La cuestión clave en torno a la cual solían girar los duelos, que a su vez constituye probablemente el término más mal empleado en la historia de los duelos, era el honor, una "cosa de hombres" que había que conservar o restaurar a toda costa.
En su cuarto largometraje como director, Vincent Perez nos traslada al París de 1887, una época y un lugar en los que los duelos todavía se consideraban una cuestión de honor entre hombres, a pesar de estar prohibidos por la ley. Los tribunales se encargaban de valorarlos y de imponer las reglas, que se aceptaban como una especie de secreto mal guardado. El profesor de esgrima [+lee también:
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ficha de la película] se ha estrenado en el FilmFest München a solo un día de proyectarse en la sección Horizons de Karlovy Vary.
El protagonista de la película, Clément Lacaze (el brillante Roschdy Zem), es maestro de la espada e instructor en una escuela de esgrima. Cuando se entera de que el experimentado coronel Berchère ha retado a un duelo a su sobrino Adrien (Damien Bonnard), Lacaze hace todo lo posible tanto para que, en primera instancia, Adrien cambie de opinión sobre los duelos, como para prepararlo y entrenarlo para dicho combate de esgrima. Al mismo tiempo, la protofeminista Marie-Rose Astié de Valsayre (Doria Tillier) libra su propia batalla con el fin de cambiar las normas sociales, una batalla cuyos objetivos van desde permitir que las mujeres lleven pantalones y participen en esgrima hasta conseguir cosas más importantes como el derecho al voto y la igualdad salarial. Esta lucha atrae la atención del periodista con conexiones políticas Témoin Massat (Nicolas Gaspar), que mancilla su reputación a través de sus textos, por lo que ella trata de retarle a duelo. Lo que sigue es una cadena de enfrentamientos en diferentes formas: con espadas, con pistolas, e incluso uno al más puro estilo militar, es decir, a caballo y con sables.
El título internacional en inglés resulta un poco genérico (Edge of the Blade), pero el original en francés, Une affaire d'honneur, recoge a la perfección la esencia de la película, ya que trata el concepto del honor de distintas formas, atreviéndose incluso a puntualizar que no es solo un asunto de hombres, sino también de mujeres. Como demostró con sus anteriores trabajos como cineasta, Perez es más que capaz de encontrar temas importantes, conectarlos con una historia y contarla desde un ángulo novedoso e innovador. Su punto fuerte consiste en pintar un retrato al detalle de un determinado período de tiempo y de las distintas fuerzas sociales que influyen en él. Por tanto, al menos en lo que al tema se refiere, Une affaire d'honneur resulta de lo más interesante.
No obstante, Perez no es un cineasta nato, así que ha tratado arriesgar lo mínimo con esta película. Ha ido a asegurar con un estilo de dirección un poco insípido, aunque los duelos, que son las escenas clave de la película, han sido escenificados y ejecutados con maestría gracias a la fotografía de Lucie Badinaud y al impecable montaje de Sylvie Lager. Por otra parte, el guion de Perez y su esposa y frecuente colaboradora Karine Silla parece una adaptación de una obra literaria (aunque no lo sea), por lo que los actores se ven obligados a conformarse con diálogos ligeramente rígidos, y sus personajes nunca se desarrollan lo suficiente como para poder ser imaginados en el mundo real. Los detalles de época en el diseño de producción de Jean Philippe Moreaux elevan el atractivo general de la película, aunque la iluminación tenue casi realista tiende a hacer que algunas de las escenas de interior sean bastante turbias. En definitiva, Une affaire d'honneur constituye un esfuerzo decente y digno de ver, aunque podría haber sido algo más que eso.
El profesor de esgrima es una producción francesa de Gaumont, que a su vez se encarga también de las ventas y de la distribución nacional.
(Traducción del inglés)
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