Crítica: Sweet Sue
por David Katz
- El primer largometraje de Leo Leigh es un oscuro y cómico estudio de personajes, parecido al trabajo de su padre, que sigue a un veterano soltero a través del desolador mundo moderno de las citas

Después de Brandon Cronenberg y Jim Loach, es hora de conocer a Leo Leigh. En el competitivo mundo del cine, no ocultar tu ascendencia tiene sus ventajas, por muy injusto que parezca: ¿qué fan de Mike Leigh no sentiría curiosidad por ver si su descendencia tiene el mismo talento? La semana pasada, en la competición CineVision del Filmfest München, el público tuvo la oportunidad de comprobarlo. El objetivo de Leigh y otros “nepo babies” (por decirlo cruelmente) es ofrecer un trabajo lo suficientemente bueno como para que el tema de su linaje acabe siendo irrelevante, teniendo en mente el precedente del gran novelista británico Martin Amis, recientemente fallecido, cuyo padre era el mismísimo Kingsley Amis.
Mientras que Leigh padre se ha dedicado en gran medida al cine de época en los últimos años, Sweet Sue supone un agradable regreso a sus primeros y avinagrados estudios de personaje, actualizados por Leigh hijo mediante detalles reveladores sobre el uso de las redes sociales y la autopromoción en la época moderna, sugiriendo de forma involuntaria que esa forma más caricaturesca del realismo social británico ha pasado de moda. Sue (Maggie O'Neill), una especie de prima lejana de la siempre optimista Poppy (interpretada por Sally Hawkins) en Happy: Un cuento sobre la felicidad [+lee también:
tráiler
ficha de la película], mantiene incansablemente su vieja tienda de disfraces en una calle del este de Londres, mientras que los ocasionales encargos para fiestas en lugares como iglesias y centros comunitarios le ofrecen la oportunidad de disfrutar al máximo de las copas de champán, los platos de papel para los aperitivos y, de vez en cuando, los hombres de mediana edad. Aunque sus reacciones y manierismos se ven acentuados para lograr un efecto cómico, Leigh consigue encontrar un tono convincente y un mundo en el que Sue encaja de forma natural, donde su pelo con reflejos de color rosa consigue atraer las miradas en medio de los planos magistralmente compuestos.
En el funeral de su hermano Pete (Paul Hilton), los escasos acontecimientos de la trama se ponen en marcha cuando Sue se fija en Ron (Tony Pitts), un aficionado a las motos que viste de forma entrañable como un Ángel del Infierno. Dolida por el favoritismo de su madre (Anna Calder-Marshall) hacia Pete, Sue comete un acto de rebeldía en el velatorio, huyendo con Ron como una adolescente enamorada. Sin embargo, la mujer pronto descubre que la visión exterior de este amante de las Harley-Davidson esconde un alma conflictiva, donde la obsesión por las motos compensa una impotencia sexual (en consonancia con la acusación popular), mientras salen a la luz su fuerte inclinación por los libros y su exploración personal de la fluidez de género.
Uno de los defectos de la película es el hecho de que Anthony (Harry Trevaldwyn), el hijo de Ron, aparezca como el personaje más complejo. Se trata de un influencer gay muy inseguro, cuya inmersión gradual en la vida de Sue ofrece la mayor tensión dramática y carga emotiva de la película, a medida que se construye temporalmente una nueva estructura familiar a base de retazos, que luego se desvanece con una escena de “comedia incómoda” provocada por una actuación de baile, en lugar de la tradicional y climática discusión a gritos.
En lugar de observar a Sue desde varios ángulos, permitiendo que cada faceta de su personalidad domine y salga a la superficie, el guion de Leigh (desarrollado a través de la improvisación, de forma similar al famoso método de su padre), le concede de forma reductiva pero virtuosa un rasgo clave de su personalidad: una facilidad y adaptabilidad naturales en diversas situaciones sociales inestables, así como una capacidad para perdonar. Como en las mejores obras de Leigh padre, es un placer y una fuente de fascinación constante pasar el rato en esta película, sentados en el taburete de un pub o tumbados en estado de embriaguez en un sofá mugriento, acompañando a estos personajes con vida propia, lo que supone un buen indicio de que Leo podría disfrutar de una sólida carrera en el futuro.
Sweet Sue es una producción de las británicas SUMS Film and Media, BBC Films y Somesuch. HanWay Films se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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