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ALBARICOQUE DE ORO 2023

Crítica: Landshaft

por 

- El director alemán Daniel Kötter intenta comprender el contexto general del actual conflicto armenio-azerí

Crítica: Landshaft

El término alemán “landschaft” es más preciso que el término inglés “landscape” a la hora de hacer referencia al contexto cultural que hace a una zona diferente de otras. No es de extrañar, por tanto, que el cineasta alemán Daniel Kötter haya elegido precisamente esta palabra (Landshaft [+lee también:
entrevista: Daniel Kötter
ficha de la película
]
) —aunque con una ligera variación— para el título de su documental, una obra que resulta visualmente sobrecogedora y que ha inaugurado la sección Regional Panorama del Festival Internacional de Cine del Albaricoque de Oro. Además de captar la agonía y el éxtasis de la dramática región comprendida entre la mina de oro de Sotk y el lago Sevan, la película consigue también esbozar un retrato general de todos aquellos asentamientos y habitantes —tanto los humanos como los animales— que se han visto obligados a vivir en el punto más peligroso del conflicto militar entre Armenia y Azerbaiyán. El punto de vista neutral del autor, aunque subrayado con un enfoque de rodaje muy subjetivo, sigue el flujo de la vida y de los personajes desde la distancia, pero lo más importante es que registra conversaciones que desvelan detalles sobre cómo se relacionan las personas de los dos bandos del conflicto en el marco de esta compleja situación.

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La escena inicial en la que se muestra una lancha motora que surca las aguas del lago viene seguida de una secuencia en la que dos hombres hablan de sus planes de futuro a corto plazo junto a un emblemático Zhiguli soviético, unos planes basados en perspectivas de trabajo no muy claras que podrían girar en torno a la mina de oro, el negocio de la patata o el ejército. Se nos muestra la figura de sus espaldas de lejos, e inicialmente, se podría considerar que esta secuencia inicial constituye una presentación escalonada de los personajes principales. Sin embargo, sus rostros no se desvelan prácticamente en ningún momento de la película, a pesar de que predominan las escenas de acción en las que aparecen conduciendo el estruendoso Zhiguli por caminos embarrados. Cuando, por momentos, la cámara se traslada al interior y al escenario doméstico más íntimo a través de los hogares de los mineros, tampoco se retratan los rostros de las personas —más bien, estos personajes contribuyen a la orquestación general del escenario mediante sus voces y gestos físicos—. El tema principal es la mina y las relaciones entre los armenios, azerbaiyanos y rusos que trabajan en ella, mientras que el cambio en las condiciones de trabajo refleja el conflicto. Sin necesidad de que los soldados o las armas entren en escena, el discurso de la guerra se pone de manifiesto inevitablemente a través de las voces de la radio y las conversaciones privadas: este contexto aterrador y militarizado está presente y lo abarca todo, afectando a la vida cotidiana e influyendo en las perspectivas de futuro. Kötter parece no poner el foco en personas concretas, sino más bien en el ambiente generalizado de la región.

Con un Kötter que se ha encargado del guion, la dirección, el montaje y la producción, la película constituye una obra de cine de autor hasta en la esencia misma de la palabra. El director adopta la posición de un observador y oyente silencioso que trata de encajar las piezas del rompecabezas que para él supone este complejo entorno político, social y cultural. Consciente o intuitivamente, el cineasta logra reproducir un aspecto significativo del "landshaft" armenio —la divinidad de un terreno montañoso que implica protección, así como su gran poder de fondo—. Frente a él, la figura humana parece pequeña, indefensa e incapaz de controlar su propio destino. Sean cuales sean las preocupaciones de las personas que habitan este paisaje, al final siempre acaban hablando del reino natural que las rodea, el cual no constituye un mero decorado, sino un elemento determinante de su propia existencia.

Landshaft ha sido producida por el alemán Daniel Kötter y la armenia Nune Hovhannisyan.

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(Traducción del inglés)

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