Crítica: Escort
- Lukas Nola concluye su carrera con una película igual de potente en su comentario social que en su valor cinematográfico

La muerte del cineasta croata Lukas Nola el pasado octubre entristeció a mucha gente más allá del estrecho marco de la escena cinematográfica croata. Respetado por sus compañeros de trabajo y querido por intérpretes y miembros de su equipo, se le consideraba uno de los pilares del espíritu del cine de su país. Su última obra, Escort [+lee también:
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ficha de la película], acaba de estrenarse en el Festival de Pula y da la sensación de constituir el último grito del cineasta contra la violencia y la injusticia en el tejido de la propia sociedad croata.
El protagonista, Miro (Živko Anočić, que colaboró con Nola en Hush [+lee también:
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ficha de la película], su película de 2013), es un maestro en el negocio del vídeo comercial. Su primera aparición en la película se produce en una quedada con sus amigos Dado (Hrvoje Barišić) y Berak (Igor Kovač) en la que abundan el alcohol y la cocaína. Lo último que les dice antes de irse cada uno por su lado es que nunca ha engañado a su mujer, Darija (Hrvojka Begović), con la que tiene dos hijos y está empezando una nueva vida familiar y un nuevo negocio en el campo. También es de esas personas responsables que prefieren pasar la noche en un hotel antes que conducir bajo los efectos del alcohol. Sin embargo, Miro recibe en el hotel la visita sorpresa de una joven llamada Maja (Lena Medar) que dice que es de la agencia y que ya se han ocupado de todo. Miro supone que se trata de una broma de sus amigos y decide seguirle la corriente hasta el punto de mantener un encuentro sexual con la prostituta en el que no falta la cocaína.
Más tarde, cuando la encuentra en el suelo sin poder moverse ni respirar, su primer impulso es llamar a una ambulancia y a la policía, pero el recepcionista del hotel, Belc (Krešimir Mikić, efectivo a la hora de hablar bien y transmitir la sensación de amenaza al mismo tiempo), tiene otros planes para salvar tanto la reputación del hotel como la de la huésped: pide ayuda al portero, Davor (Nikša Butijer en uno de los mejores papeles de su carrera), capaz de arreglar las cosas por un módico precio. A partir de entonces, Belc y Davor regresarán una y otra vez a la idílica vida de Miro, de manera que le perturbarán al pedirle "pequeños" favores cada vez más grandes. ¿Cuándo les parará los pies?
En líneas generales, Escort es una obra cinematográfica excepcional en casi todos los aspectos. Los diálogos compuestos de amenazas poco explícitas y las historias que exponen el estilo de vida displicente de las capas superiores de la sociedad croata, así como los intentos retóricos mal concebidos de las capas inferiores de enfrentarse entre clases, están cuidadosamente escritos. La estructura, consistente en escenas más largas y secuencias divididas en tomas más cortas (casi siempre en primeros planos), también resulta bastante acertada. Nola tampoco falla en lo que a sus actores respecta, ya que les asigna papeles que encajan con sus puntos fuertes establecidos; Anočić, en particular, por fin consigue mostrar su talento sin límites en el complejísimo papel de un hombre envuelto en una situación tremendamente desagradable, con una brújula moral innegable pero no especialmente definida.
Los aspectos técnicos de la película también están a un nivel muy alto. Frane Pamić rueda magistralmente las estilizadas escenas, con fuertes contrastes de iluminación entre las rojizas escenas de interior y el gris azulado de los exteriores. La banda sonora de Aleksandar Pejovski, que va del neoclásico al rock lento y malhumorado, refleja a la perfección la atmósfera tensa, mientras que el montaje nítido de Slaven Zečević garantiza que las dos horas de duración no se hagan pesadas. Los únicos problemas residen en la penúltima secuencia, filmada en formato de vídeo vertical sin motivo aparente, cuyo desenfreno se desvía bastante del resto de la película. No obstante, Escort cumple su cometido como pieza de comentario social y como obra cinematográfica en gran medida magistral.
Escort es una coproducción entre Croacia, Macedonia del Norte y Kosovo, de la empresa Kinorama (Croacia) en coproducción con Skopje Film Studio (Macedonia del Norte) y Buka Production (Kosovo). Duplicato Media se encarga de la distribución nacional de la película y las ventas internacionales corren a cargo de Kinorama.
(Traducción del inglés)
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