Crítica: Good Times, Bad Times
- Nevio Marasović se luce con este enfoque franco, claro y profundamente conmovedor de los buenos y malos momentos de la vida, la culpa, los padres, los hijos y la muerte

"Espera lo inesperado". Ese es el mejor consejo que se le puede dar a alguien que esté a punto de ver una película del director croata Nevio Marasović, y es que el cineasta tiende a arriesgarse a través de su característico enfoque lúdico de los géneros cinematográficos establecidos. Su último trabajo, Good Times, Bad Times, cuyo estreno a nivel mundial en el Festival de Pula constituye el inicio de una gira por varios festivales, sigue en la línea de la exploración de las relaciones entre padres e hijos, que fueron el tema principal de su anterior trabajo, Comic Sans [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película] (2018), de manera que adopta una visión cinematográfica del mundo sin complejos, similar a la de los melodramas clásicos estadounidenses. Basta con este motivo y su inteligente estructuración para afirmar que podría tratarse de su mejor obra hasta la fecha, pero un irónico giro del destino —el actor principal de una película sobre la espera de la muerte muere en la vida real antes del estreno— ha hecho que la película vaya todavía más allá en términos de conmoción.
El actor principal, el esloveno Radko Polič Rac (a quien está dedicada la película), interpreta al personaje de Hrvoje Kasum, un anciano que acude a un restaurante en lo que parece una velada aparentemente habitual. Una camarera le ofrece vino y brandy, y él acepta la oferta sin dudarlo antes de salir a fumar un puro. Allí, otro camarero (Stjepan Perić) se le acerca y le ofrece lo mismo, a lo cual el anciano da el visto bueno de nuevo y, a continuación, se dispone a observar al resto de comensales del restaurante: una joven pareja en su primera cita, una pareja de futuros padres, varias familias jóvenes, alguna que otra familia rota que lucha contra traumas emocionales, un político que da un discurso motivacional a sus "apóstoles", padres e hijos, etc.
Kasum no interactúa con todas estas personas, pero tanto él como el resto de comensales que observa interactúan con el camarero y el chef y dueño del restaurante (el ganador del European Film Award a mejor actor Zlatko Burić). Todo apunta a que las historias individuales de todos ellos, captadas todas en este momento concreto, están conectadas de algún modo a una única historia de traición y, más concretamente, resultan estar vinculadas a través del restaurante y su personal. El sonido de fondo de un partido de fútbol que resuena a todo volumen en un televisor a mitad de los 72 minutos de duración de la película podría constituir una pista decisiva.
Good Times, Bad Times es una película arriesgada en casi todos los aspectos, desde el hecho de estar confinada a un número limitado de localizaciones hasta el extenso reparto formado por prácticamente toda la flor y nata de la escena interpretativa croata (incluido el frecuente colaborador de Marasović, Janko Popović Volarić), con poco tiempo en pantalla para que todos estos actores demuestren de lo que son capaces, pasando por el hecho de que Polič queda prácticamente marginado y relegado al papel de observador durante toda la parte central de la película. Sin embargo, el riesgo se ve recompensado por el ingenioso planteamiento de Marasović al dirigir a los actores en papeles secundarios, manteniéndolos deliberadamente al margen de la película en su conjunto, así como por el tratamiento polarmente opuesto que se da al protagonista y a los dos actores secundarios, que muestran una notable química en su interacción, con un Polič al que se le da la oportunidad de entonar un impresionante canto del cisne.
Desde el punto de vista técnico, el director de fotografía Damir Kudin hace todo lo posible para hacer que los espacios reducidos parezcan más amplios de lo que realmente son, al tiempo que el montador Tomislav Pavlic mantiene el ritmo y el dinamismo en una película que fácilmente podría haber acabado inconexa. Por si fuera poco, la perfecta combinación entre la banda sonora original de Alen y Nenad Sinkauz y los temas musicales de Arsen Dedić y Gabi Novak consigue afinar las emociones de los espectadores. Con una buena dosis de misterio al principio y una experiencia puramente emocional al final, Good Times, Bad Times consigue reflejar el talento de su director de la mejor forma posible.
Good Times, Bad Times es una producción croata de la que se han encargado Švenk y la productora Nina Petrović.
(Traducción del inglés)
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