Crítica: Guardians of the Formula
por Mariana Hristova
- El director serbio Dragan Bjelogrlić presenta un drama científico hábilmente construido, que arroja luz sobre hechos históricos poco conocidos

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ficha de la película], basada en la novela Vinča Case, de Goran Milašinovićm (inspirada en una historia real), acaba de presentarse en la competición Piazza Grande del Festival de Locarno, donde encaja perfectamente con el concepto de la sección, concebida para mostrar cine de autor contemporáneo a un público amplio. Su argumento sobre una misión nuclear secreta que tuvo lugar en Yugoslavia en los años 50, durante la Guerra Fría, hace referencia a la actual situación política y a las amenazas inminentes de guerra atómica, que dibujan un panorama en el que la historia parece repetirse. Paralelamente, se trata de un thriller psicológico escrito con gran habilidad, donde el suspense va intensificándose y capta la atención del espectador mientras describe con elocuencia el turbulento contexto político-histórico en el que se desarrollan los acontecimientos.
En los dos primeros minutos, la narración va directa al grano: el trabajo del reconocido médico parisino Mathé (Alexis Manenti), del Instituto Curie, se ve interrumpido por la llegada de un avión estatal yugoslavo con científicos a bordo, dirigidos por el profesor Popović (Radivoje Bukvić). Estos hombres han sufrido las consecuencias de la radiación durante sus investigaciones para crear una bomba atómica, y Mathé se muestra indignado por tener que ayudar a personas cuyo trabajo ha estado sembrando el miedo a que el mundo pueda ser aniquilado con solo pulsar un botón. Sin embargo, su personalidad humanista le lleva a tratarlos poniendo en marcha un novedoso experimento, ya que aún no se ha inventado ninguna cura. En medio de una atmósfera de hostilidad verbal y desconfianza mutua, provocada por el hecho de que médico y pacientes proceden de distintos lados del Telón de Acero, y su comunicación está marcada por la tensión del discurso político de cada parte, Mathé da un paso revolucionario y lleva a cabo trasplantes de médula ósea con un resultado incierto. Mientras tanto, el contacto entre los representantes de los dos bandos enfrentados en la Guerra Fría demuestra que el bien y el mal tienen sus matices, y que las personas no son meros avatares de ideas o visiones políticas. El subtexto de la película parece ser que la vida siempre es más compleja.
En los títulos de crédito de la película podemos leer el subtítulo Chain Reaction (Reacción en cadena). Por un lado, esto hace referencia literalmente a la cadena de acontecimientos cruciales e interrelacionados que refleja el guion y, por otro, sugiere un significado adicional. En caso de que pase inadvertido para algunos espectadores, esto se expresa verbalmente al final de la película: más importante que la recuperación satisfactoria de los científicos irradiados y la salvación de una vida es el sacrificio por el bien común. Tras los acontecimientos que se representan en la pantalla, el proyecto yugoslavo de la bomba atómica se suspendió definitivamente, mientras que el trasplante de médula ósea en humanos se estableció como una práctica que más tarde ayudaría a combatir la leucemia. En este sentido, el experimento nuclear tuvo consecuencias positivas. El mayor defecto de la película es precisamente este tono explicativo, que alcanza su apogeo al final de la obra y priva al público de la posibilidad de sacar sus propias conclusiones. No obstante, la segura dirección de Bjelogrlić, junto con la pálida paleta del director de fotografía Ivan Kostić (que encaja con la ambientación de hospitales y laboratorios) y las sólidas interpretaciones del reparto contribuyen a hacer de esta película una experiencia cinematográfica satisfactoria.
Guardians of the Formula es una producción de la serbia Cobra Film, coproducida por Ton Film (Serbia), Perfo Production (Eslovenia), Bitter Frames Production (Montenegro) y Skopje Film Studio (Macedonia del Norte).
(Traducción del inglés)
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