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LOCARNO 2023 Cineasti del presente

Crítica: A Good Place

por 

- El premiado film de Katharina Huber es una mirada, con cierta luz de ciencia-ficción, hacia una deteriorada comunidad en una zona montañosa de Alemania, y a las dos jóvenes que resisten en ella

Crítica: A Good Place
Clara Schwinning y Céline De Gennaro en A Good Place

La programación del Festival de Locarno presenta una preponderancia de “piezas teatrales”, y bajo este pretexto, tanto el público como los críticos de cine pueden justificar obras menos logradas. Sin embargo, esta es la mejor manera de captar toda la fuerza de la ópera prima de ficción de Katharina Huber, A Good Place [+lee también:
tráiler
entrevista: Katharina Huber
ficha de la película
]
, que ha tenido su estreno en la sección Cineasti del presente, llevándose a casa los galardones a la mejor dirección emergente y a la mejor interpretación (ver la noticia). Se trata de una obra llena de contradicciones y paradojas: el tono es solemne, pero los detalles sutiles de la trama son delirantes. El ritmo es pausado, pero los acontecimientos de la historia fluyen antes de que el público pueda recuperar el aliento y orientarse. La película está claramente ambientada en un lugar poblado por polímatas lingüísticos, que hablan exclusivamente en alemán, pero que escuchan principalmente emisiones de radio británicas antiguas (que podrían haber sido sampleadas en la inquietante electrónica chill-out de los años noventa).

Afortunadamente, ya hemos superado la era COVID y el cine inspirado en sus restricciones, pero la génesis de esta película, que comenzó su producción en 2021, también aporta algo de contexto. Estamos en un pueblo agrícola de las montañas, en algún punto de Alemania, donde nos encontramos con dos núcleos familiares: uno que parece estar formado por una familia numerosa, y otro por una joven pareja. Sin embargo, todo atisbo de realidad parece terminar ahí: la única fuente de alimentos parecen ser los pollos, que crían para luego sacrificarlos; una misteriosa enfermedad se está extendiendo por la zona, causando la muerte o la desaparición de los habitantes, y un cohete espacial está a punto de despegar, lo que dará lugar a la exploración del espacio y quizás a la colonización del mismo como remedio a esta situación. Podemos decir muchas cosas sobre la película, pero está claro que Huber ha logrado destilar muchas preocupaciones y ansiedades contemporáneas, en particular las de los millennials.

Una vez establecido este telón de fondo, seguimos a Güte (Clara Schwinning, ganadora del premio a la mejor interpretación) y Margarita (Céline De Gennaro), dos jóvenes veinteañeras que viven en los hogares mencionados. Mientras el resto del pueblo enferma a su alrededor, ellas buscan su propio alivio y liberación, entre otras cosas, del abusivo Wolf (Jannik Mioducki), un joven que las corteja a ambas.

El asombroso logro de A Good Place es lograr transmitir esta información a través de dos efectos alienantes: el temperamento absolutamente plácido del pueblo y su estilo de vida pausado, donde hay pocos indicios materiales de que todo esto tenga lugar en una realidad especulativa; y la propia estrategia de Huber como montadora de la película, que consiste en eliminar tanto como sea posible de la diégesis mientras logra que todo siga teniendo (cierto) sentido. Su fragmentado y oblicuo découpage evoca a Angela Schanelec (que se ha convertido en una referencia para los jóvenes directores alemanes), pero si le damos la vuelta, tenemos la novela El arco iris de gravedad, de Thomas Pynchon, con los títulos de los capítulos en orden descendente (“10, 9, 8, 7,...”), en una cuenta atrás hacia el lanzamiento del cohete, y a Jacques Rivette, con los personajes femeninos conspiradores y los cristales mágicos que aparecen en el segundo acto.

Aunque todos estos significados solo emergen con paciencia (y quizás con la ayuda de sucesivos visionados), la atmósfera es lo suficientemente seductora como para cautivar al público y llevarnos a un sorprendente lugar de patetismo cuando los títulos en pantalla llegan a “1”. A Good Place, una producción alemana totalmente independiente, merece viajar más allá de su país de origen tras su aclamado paso por Locarno. Encontrar un ejemplo de cine narrativo deconstruido y experimental tan convincente es algo poco habitual.

A Good Place es una producción de la alemana ACKER film.

(Traducción del inglés)

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