LOCARNO 2023 Fuera de competición
Crítica: Ricardo et la peinture
- Después de concluir su "Trilogía del Mal", Barbet Schroeder decide centrarse en la vida de una dulce alma, un talentoso pintor y uno de sus amigos más cercanos

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ficha de la película], el nuevo documental de Barbet Schroeder, se ha estrenado a nivel mundial y fuera de competición en el Festival de Locarno de este año. Después de concluir su "Trilogía del Mal" y enfocar su trabajo en dictadores africanos (General Idi Amin Dada), células terroristas (El abogado del terror [+lee también:
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ficha de la película]), el veterano cineasta suizo se embarca en esta ocasión en un viaje tranquilo y culturalmente enriquecedor con uno de sus mejores amigos, el pintor bonaerense Ricardo Cavallo.
La película se inicia con una escena en la que se muestra cómo el viejo pintor escala por unas rocas y entra dentro de una cueva, equipado en todo momento con su paleta, sus pinceles y su caballete. Se trata de un momento precioso que prácticamente deja entrever la enorme fortaleza del vínculo entre Cavallo, el arte de la pintura y la hermosa naturaleza que le rodea.
El documental nos da la oportunidad de comprobar que el artista argentino es un hombre tranquilo y modesto que acompaña cada comida con arroz (dice que le da toda la energía que necesita) y que ha conseguido contagiar su pasión a muchos de los niños que viven en su pueblo. Sin duda, se trata de un personaje muy inspirador, de buen corazón y con un conocimiento muy amplio de la historia del arte.
Entonces, ¿cuál es el problema de esta película? Pues no hay ninguno, o mejor dicho, el problema reside en la falta de un conflicto atractivo, lo cual convierte el visionado de la película en una experiencia fundamentalmente plana y lenta. En otras palabras, el largometraje acaba adoptando la forma de una larga conferencia sobre la historia del arte en la que Cavallo nos revela pinceladas sobre su obra, sus fuentes de inspiración y algunos grandes pintores del pasado como Monet, Delacroix, Velázquez y Caravaggio, y todo ello lo hace de forma desenfadada. Incluso cuando el artista nos habla de sus luchas, estas siempre se ven de forma positiva (o ni siquiera como verdaderos retos) y como algo lejano en el tiempo. No expresa ni un ápice de arrepentimiento, por ejemplo, por el hecho de haberse pasado la vida trabajando duro como limpiador para una agencia de publicidad y durmiendo en el suelo durante una larga temporada. Es un tipo de resiliencia humana sin duda encomiable, pero que, de nuevo, muestra cada lucha como algo ya resuelto y como parte de una anécdota autocontenida.
Lo que mejores resultados da son las secuencias de observación, en las cuales Cavallo se queda solo trabajando en su siguiente lienzo al tiempo que interactúa de manera esporádica con el entorno, acompañado en todo momento por la suave banda sonora de Hans Appelqvist. A medida que la película avanza, tiende a volverse cada vez más verbosa, especialmente durante los dos encuentros más largos de la película: el primero con el coleccionista de arte, abogado y bodeguero Philippe Pech de Laclause, y el segundo con el galerista de arte Pierre Astier.
En definitiva, Ricardo et la peinture acaba por constituir un híbrido entre un documental televisivo informativo pero carente del ritmo típico de este formato, y un documental de arte y ensayo poco logrado que combina secuencias de observación, entrevistas demasiado medidas y conversaciones casuales entre el director y el artista.
La secuencia final hace hincapié en lo que podemos aprender de la forma de pensar de Cavallo y de su devoción por el arte. Se trata de un cierre excelente —tanto visual como narrativamente— que resulta bastante incoherente si se compara con lo visto durante la mayor parte de los 90 minutos que lo preceden.
Ricardo et la peinture ha sido producida por las francesas Bande à Part Films y Les Films du Losange, en coproducción con RTS Radio Suisse Romande y SRG SSR. Les Films du Losange se encarga también de las ventas internacionales del documental.
(Traducción del inglés)
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