Crítica: Sem coração
por Fabien Lemercier
- VENECIA 2023: Nara Normande y Tião capturan la sensualidad y las incertitudes del fin de la adolescencia en un seductor primer largometraje ambientado en las playas del Nordeste brasileño

"Las experiencias totalmente nuevas me aterran". Como todos sabemos, y como ya se ha demostrado en numerosas ocasiones en el cine, el período de transición que se produce al final de la adolescencia constituye una zona gris e indefinida en la que se entremezclan los últimos coletazos del paraíso infantil al que nos aferramos, los deseos confusos de explorar el futuro próximo, el descubrimiento de los sentimientos y la sexualidad y la conciencia, tanto del paso del tiempo como del mundo que nos rodea, a su vez repleto de posibilidades, diferencias sociales y peligros. Todos estos son los temas "clásicos" que abordan de frente los cineastas brasileños Nara Normande y Tião en Sem coração [+lee también:
tráiler
ficha de la película], que se ha presentado en la sección Orizzonti de la 80.ª edición del Festival de Venecia. Se trata de una ópera prima que destaca por su estilo increíblemente armonioso, en el que se combinan autenticidad y sensibilidad, realismo y fantasía, y retratos individuales y de grupo, todo ello con un telón de fondo caracterizado por un paisaje de ensueño junto al mar.
Es 1996. Tamara (Maya de Vicq) "se ha criado en la paradisíaca playa" de Garça Torta, a 250 kilómetros al sur de Recife, y estas son sus últimas vacaciones allí antes de irse a Brasilia para estudiar en la universidad. Su hermano Vintinho (Ian Boechat), su pequeño grupo de amigos de toda la vida (Binho, Blondie, Cidão, Vânia e Iris) y ella se pasan el día holgazaneando, bañándose en la playa, jugando, charlando bajo las palmeras, bailando, colándose en edificios abandonados y chalés deshabitados, dando paseos en bicicleta y apretujándose en el interior de un coche. Sin embargo, a modo de contraste con esta vida tan "fácil", la película introduce una figura intrigante que se dedica a recorrer diariamente los alrededores en bicicleta para entregar todo el pescado que su padre —sin blanca— ha conseguido pescar. Esta figura la encarna Sincorazón (Eduarda Samara), llamada así por la operación de corazón a la que fue sometida de niña. La joven, que tiene la misma edad que Tamara, despierta la curiosidad de esta última al tiempo que empiezan a cernirse una serie de nubarrones sobre el grupo de amigos, porque la vida no siempre es tan simple y sencilla como se la imaginan, y prueba de ello es el asesinato —a pocos kilómetros de distancia— de Paulo Cesar Farias (tesorero de la campaña del entonces presidente de Brasil, envuelto en un escándalo de corrupción)... Se avecina una tormenta que vendrá acompañada de secretos que se sacan a la luz, amor a primera vista y autodescubrimiento…
A partir de la construcción de puentes entre la trama principal y las diversas historias subyacentes (las familias de Tamara y Sincorazón, las desventuras de una Blondie que roza la delincuencia, la homofobia generalizada, etc.), que no parecen gran cosa por sí solas, pero que crean un conjunto encantador cuando se conectan de esta forma tan hábil, los dos cineastas no dudan en mezclar géneros (película de amor, instantánea sociológica, película de adolescentes, momentos oníricos, destellos de fantasía y drama social) a medida que se van sucediendo los días y las noches. Sem coração, que constituye una modesta parábola sobre el acercamiento entre dos personajes brasileños, también debe mucho a su directora de fotografía, Evgenia Alexandrova, que capta plenamente la sensualidad de la época y el lugar, de manera que consigue transformar la película en una ópera prima de lo más prometedora cuyo visionado se convierte en una experiencia increíblemente agradable.
Sem coração ha sido producida por la brasileña Cinemascópio (Emilie Lesclaux y Kleber Mendonça Filho), la francesa Les Valseurs y la italiana Nefertiti Film. Las ventas corren a cargo de The Party Film Sales.
(Traducción del francés)
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