email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

VENECIA 2023 Competición

Crítica: Fuera de temporada

por 

- VENECIA 2023: Junto a Guillaume Canet y Alba Rohrwacher en el papel de una pareja, el director francés Stéphane Brizé encuentra una nueva herramienta creativa, su vena humorística

Crítica: Fuera de temporada
Guillaume Canet y Alba Rohrwacher en Fuera de temporada

El dolor y la incomodidad que se derivan de ser una celebridad reconocible es probablemente uno de los temas con los que menos se pueden ver identificados los espectadores de cualquier película, pero hay veces que este tipo de largometrajes —sobre todo cuando su creador experimenta un primer brote de fama— cuentan con cierto grado de perspicacia. Uno ya se imagina que tener que posar para selfies cada vez que te encuentras con alguien que te reconoce no tiene que ser lo mejor del mundo. Sin embargo, al cineasta francés Stéphane Brizé, esta vez con un humor cómico poco habitual con Fuera de temporada [+lee también:
tráiler
entrevista: Stéphane Brizé
ficha de la película
]
, le da buena suerte pararse a hacerse un selfie —en el que también aparece la localización—con su protagonista Mathieu (Guillaume Canet, en el papel de otro personaje galán de los suyos), ya que contribuye a que su amor perdido Alice (Alba Rohrwacher) se tope con su perfil de Instagram.

Brizé, que estrena película por tercera vez en la competición principal de Venecia, se asocia en la mente de los espectadores internacionales con dramas descarnados y profundos sobre el trabajo o la lucha de un hombre (a menudo el gran Vincent Lindon) en medio de dicho trabajo. Sin embargo, aunque esta película —en la que colabora por primera vez con el estudio francés Gaumont— más plácida, flexible y accesible no se corresponda con el estilo de sus anteriores obras, se trata de un trabajo con el que logra contagiar una diversión de lo más agradable y entrañable sobre el tema del mal de amores, y lo hace a la antigua usanza, tanto en el sentido placentero como en el aburrido de la expresión.

Mathieu, toda una prestigionsa estrella de cine francesa, ha huido de la obra de teatro de lujo que estaba ensayando en París. Con el director y los compañeros de reparto echando humo, así como con un móvil que no da abasto con tanta notificación de WhatsApp como consecuencia, el protagonista se instala en un lujoso hotel balneario de la costa oeste de Francia con la intención inicial de no hacer nada, hasta que le vuelve a picar el gusanillo de la interpretación, se pone sus adorables gafas y procede a leerse un grueso guion de cine impreso.

Tanto los huéspedes del hotel como los transeúntes de la ciudad le reconocen: no es tan gruñón, y en una película en la que la comedia y el romance son secuenciales y aislados en lugar de entremezclarse (tal y como se habría hecho si se tratara de una verdadera "comedia romántica"), Brizé se lo pasa en grande a base de gags suaves al más puro estilo Tati en los que intervienen una cafetera ergonómica de tonos plateados que no hace más que zumbar, y una puerta de armario automática con un cierre motorizado tan lento como las dos horas de duración de la película.

Está felizmente casado con una famosa presentadora de informativos de la televisión parisina, de manera que ambos conforman una "pareja con mucho poder", pero cuando Alice, profesora de piano y antiguo amor de su vida, que casualmente vive cerca, se pone en contacto con él, la película entra de puntillas en un registro más parecido al de Deseando amar, un registro caracterizado por la pasión no correspondida de la mediana edad. Canet y Rohrwacher (cuyo discreto estilo interpretativo y expresiones cuidadosamente moduladas demuestran lo bien que hacen su trabajo) están muy guapos juntos, como George Clooney y Meryl Streep si ambos tuvieran cuarenta y tantos años y estuviéramos hablando de una película dirigida por Nancy Meyers, cuyo estilo se corresponde, por cierto, con el de Hors-saison.

Aunque consiguen reavivar su intimidad y su conexión, se produce un punto de fricción en la historia, ya que ambos reconocen la fugacidad de esta aventura y se dan cuenta de que se trata de un último adiós tardío en lugar de una aventura que mantener en secreto en medio de sus largos matrimonios. Los espectadores se lo pasarán muy bien viendo Fuera de temporada, y es que resulta reconfortante ver la inteligencia que Brizé aporta a su descripción de las redes sociales y nuestras segundas vidas digitales, del mismo modo que comprendió a la perfección el miedo a la videovigilancia en el entorno laboral en La ley del mercado. Sin embargo, da la sensación de que la película carece de la crudeza que tan bien sabía transmitir Cassavetes; no habría estado de más tocar la fibra sensible del espectador —un poco más de niebla en la brisa de fuera de temporada siempre viene bien—.

Fuera de temporada ha sido producida por la francesa Gaumont, que a su vez se ha encargado de la puesta en escena y las ventas internacionales. France 2 Cinéma también ha contribuido a la producción de la película.

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy