Crítica: Avant que les flammes ne s'éteignent
por David Katz
- En el primer largometraje de Mehdi Fikri, una familia busca justicia después de un episodio de brutalidad policial
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ficha de la película] comienza con una sensación de anonimato, hasta que desvela gradualmente su historia: un joven, Karim, al que apenas hemos visto y del que no sabemos casi nada, fallece tras un breve y brutal periodo bajo custodia policial. El director Mehdi Fikri, que ha presentado su primer largometraje en la sección Discovery de Toronto, asume sabiamente que está apelando a dos grupos concretos de espectadores: los franceses de clase trabajadora de ascendencia norteafricana, a los que busca retratar fielmente en la pantalla, y los espectadores burgueses más complacientes, poco sensibilizados con la situación que podrían estar sufriendo los primeros. A partir de una muerte que evoca numerosos titulares de prensa, no solo en Francia, sino también en otros países occidentales desarrollados, el público asiste de cerca a las secuelas de este metafórico “incendio”.
Esta alternancia entre la concreción y la narración taquigráfica es lo que define esta película inestable pero apasionada, que intenta despertar la conciencia del público sobre las irregularidades cometidas por las fuerzas del orden y el sistema judicial de Francia, pero que sacrifica observaciones más matizadas en favor de una visión global que aspira a ser más accesible. Malika (Camélia Jordana), la hermana mayor de Karim, se convierte en el personaje central de la película. La joven está decidida a examinar minuciosamente el informe oficial sobre su muerte. Tras ser detenido en un registro aleatorio por motivos raciales, Karim falleció aparentemente de un ataque epiléptico provocado por las drogas que ya estaban en su organismo. La banlieue de Estrasburgo en la que viven ella y su familia está conmocionada y expresa su solidaridad, pero los parientes más próximos se muestran inicialmente reacios a seguir adelante con el caso y sumergirse en el peligroso laberinto legal.
El apoyo llega por parte de Slimane (Samir Guesmi, el nombre más reconocible del reparto), un activista comunitario un tanto hastiado cuya experiencia con sucesos similares se remonta a los años 90, y Harchi (Makita Samba, al que vimos en París, Distrito 13 [+lee también:
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ficha de la película]), un escurridizo y hábil abogado, apodado “Barack Obama” por un joven de la banlieue. Juntos consiguen despertar el interés de los medios de comunicación nacionales, lo que permite que el caso deje de estar en manos del corrupto fiscal del distrito y se transfiera a un magistrado independiente. Durante el desarrollo de estos acontecimientos, podemos sentir cómo chirrían ciertos mecanismos de la trama, a pesar de que Fikri intenta honestamente que entendamos la progresión natural de estos eventos, mientras esperamos un golpe de efecto o una vuelta de tuerca final, ya que su perspectiva no es demasiado optimista.
Hacia el final de la película, tras otro resultado judicial imprevisto, el cónyuge de uno de los hermanos se lamenta por los “otros Karim” que saldrán a la luz, demostrando cómo estos casos pueden instrumentalizarse más allá del trauma y la intimidad de la familia. Por desgracia, Avant que les flammes ne s'éteignent es culpable, en cierto sentido, de algo similar: pretende ser la historia definitiva sobre la corrupción policial y la privación de derechos sociales a la que deben enfrentarse tantas comunidades de inmigrantes (que también encuentran su eco en las protestas por la muerte de George Floyd durante la pandemia), cuando esta historia en particular necesitaba más espacio para respirar, concediendo a todos sus personajes algo de flexibilidad, movimiento y dirección. En su lugar, la película a menudo los deja solos, tratándolos como arquetipos.
Avant que les flammes ne s'éteignent es una producción de las francesas Topshot Films, The Film y BAC Films. Goodfellas y BAC Films se encargan de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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