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SAN SEBASTIÁN 2023 New Directors

Crítica: El otro hijo

por 

- El colombiano Juan Sebastián Quebrada muestra en su debut una sensibilidad extrema y un dominio de la dirección actoral para retratar el proceso de duelo por la muerte de un adolescente

Crítica: El otro hijo
Miguel González en El otro hijo

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]
, el debut del colombiano Juan Sebastián Quebrada presente en la sección New Directos del 71.° Festival de San Sebastián, están dedicados casi en exclusiva a Simón. Se trata de un adolescente guapo, carismático, con aparentes ganas de comerse la vida y el mundo. Lo vemos ponerse violento cuando su hasta hace poco novia no quiere tener sexo con él, también eufórico mientras baila y se droga con sus amistades y su hermano Federico en una fiesta. Poco tarda la película en mostrarnos a Simón por última vez, lo vemos tirado en el suelo en medio de un charco de sangre tras una caída desde una gran altura. Inmediatamente después vemos el horror y la incomprensión en el rostro de Federico, al que no dejaremos de acompañar durante el resto del metraje en un viaje inmensamente doloroso, pero paradójicamente esperanzador.

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La película nos cuenta los efectos de la inesperada y arrasadora muerte de Simón tiene en su entorno más cercano. La cámara se centra fundamentalmente en Federico, un magnético Miguel González que saca adelante con madurez un reto interpretativo de gran exigencia. A través de los ojos del protagonista, de los que la cámara de Quebrada no se separa nunca demasiado, vemos como el entorno del difunto se rompe en pedazos, arrasado por la tragedia. Especialmente desoladoras son las escenas en las que Clara (inmensa Jenny Navarrete), la madre de los chavales, se desgarra por completo, incapaz de asimilar la inmensidad del dolor que le asola. El principal acierto de la película es el tono, el director se las arregla para describir en detalle y sin ambages la profunda oscuridad que transitan sus personajes. Y a pesar de ello no resulta excesivo, en ningún momento la película cae en la tentación de recrearse en el sentimentalismo. El drama lo impregna todo, pero también el amor y el respeto por unos seres con los que empatizamos inmediatamente, gracias al buen trabajo de escritura y, sobre todo, al enorme compromiso de todo el reparto.

Es interesante también cómo la película consigue ofrecer una visión vitalista y esperanzadora de la juventud. El retrato de la adolescencia, quizás la edad más complicada a nivel emocional para cualquier ser humano, huye de clichés y paternalismos. Cuando profundiza en la relación entre Federico y Laura (la ex novia de Simón, interpretada con brillantez por Ilona Almansa), la película se adentra en territorio minado, consiguiendo transitarlo con paso firme y sin accidentes. La complejidad de las emociones de los chavales golpea al espectador, que los acompaña cómplice en su proceso de autodescubrimiento y sanación.

El otro hijo es una película dolorosa, inevitablemente. Es un trabajo sin florituras ni grandes riesgos a nivel formal, una sobriedad que juega a su favor a la hora de conseguir profundizar en las complejas emociones que asolan a los protagonistas y crear cercanía con el espectador. Un uso inteligente y sutil de la música, que lejos de subrayar las emociones las envuelve haciéndolas menos abrumadoras, pone la guinda a un debut más que notable.

El otro hijo es una producción de la colombiana Evidencia Films, con la francesa Geko Films y la argentina Le Tiro. Film Factory Entertainment se encarga de sus ventas internacionales.

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