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VARSOVIA 2023

Crítica: Llobàs

por 

- El segundo largometraje de Pau Calpe Rufat, que adapta una novela catalana, es un logrado trabajo sobre la transformación y la resistencia

Crítica: Llobàs
León Martínez (derecha) y Pol López en Llobàs

Adrià (León Martínez) es un adolescente sin hogar. Es mudo y huérfano, no soporta los espacios cerrados, siempre anda encorvado y a menudo sufre acoso escolar. Su mirada perdida resulta inquietante cuando se posa en ti, pero pronto se aleja en otra dirección. La impermanencia parece seguirlo dondequiera que vaya, así como los problemas, sobre todo cuando hay luna llena. Adrià es el protagonista del segundo largometraje del productor y director Pau Calpe Rufat, Llobàs [+lee también:
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, que ha tenido su estreno mundial en la Competición Internacional del Festival de Varsovia. Tras su ópera prima, Tros (2021), su nueva propuesta es un drama psicológico atmosférico que se inspira en el folclore y la realidad social de los estilos de vida marginales y nómadas en el rural español.

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Calpe Rufat y la coguionista Nati Escobar Gutiérrez adaptan la novela Lobisón del autor catalán Ginés Sánchez en una historia de licántropos bastante contenida y poco convencional. Llobàs no es tan directa en su narración como podría sugerir el título. Al contrario, la película opta por el realismo y envuelve la posible transformación del protagonista en un halo de misterio. Es cierto que Adrià siente sed de sangre (de gallinas) por la noche, pero su existencia inarticulada y su frágil sentido de la autopercepción chocan con la figura tradicional del hombre lobo. De no ser por la sutil y absolutamente desconcertante interpretación de León Martínez, la película habría rozado la parodia. De hecho, se mueve en la cuerda floja entre el cine de género y el realismo social, pero lo hace impresionantemente bien.

Montada de forma meticulosa por Ares Botanch y rodada con nitidez y sensibilidad por Víctor Entrecanales, Llobàs es una película inquietante y evocadora que logra empatizar con el otro tanto en su estilo visual como en su contenido narrativo. El hermano mayor de Adrià, Ramón (Pol López), y su novia Tona (María Rodríguez Soto) viven en una furgoneta, moviéndose de un pueblo a otro mientras él se gana la vida a base de pequeños robos y trapicheos. Lo cierto es que no juegan a ser una familia, ya que Adrià duerme siempre a la intemperie en un colchón sin sábanas ni almohadas, comiendo una o dos magdalenas al día servidas en el mismo cuenco, como si fuera una mascota, al igual que su pequeño perro rescatado. Además de representar una fluida estructura familiar antinuclear, la película presenta una crítica a la masculinidad tal y como la conocemos, reforzada por la premisa de la novela (revelada a través de crudos flashbacks), según la cual el séptimo hijo (Adrià) de una familia se convierte en un hombre lobo. Los cuentos populares, los mitos y las normas patriarcales se entremezclan en la subtrama de la película, que es mejor que los espectadores descubran por sí mismos.

Ya sea una metáfora sobre aquellos que son diferentes en lo relativo a sus cuerpos, identidades o discapacidades, o una mirada poco convencional sobre un grupo de personas que viven al margen de la sociedad y se resisten a las estructuras normativas, Llobàs ofrece a sus personajes respeto y dudas a partes iguales. Esta apertura es una muestra de la sensibilidad humanista del director e incluso insinúa la posibilidad de trascender lo que pensamos que significa ser “humano”, cuando eliminamos la dicotomía entre naturaleza y crianza.

Llobàs es una producción de Galápagos Media, DACSA Produccions SL y TV3.

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(Traducción del inglés)

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