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LA ROCHE-SUR-YON 2023

Crítica: Maret

por 

- Laura Schroeder firma una singular, atmosférica y clínica película de ficción sobre la amnesia disociativa, la búsqueda de uno mismo y la estimulación cerebral profunda

Crítica: Maret
Susanne Wolff en Maret

"Se nos abandona a nuestra suerte, somos demasiado primitivos para hacer frente a la sociedad que hemos construido". Con su tercer largometraje, Maret, que se ha estrenado en la sección Perspectives del 14.º Festival Internacional de Cine de La Roche-sur-Yon, la cineasta luxemburguesa Laura Schroeder —que tuvo mucho éxito con Barrage [+lee también:
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en la Berlinale de 2017— explora con intrigante originalidad la fina línea que separa la existencia de la desaparición, y lo hace a través de la vida y la personalidad de una mujer sumida en la oscuridad de una grave amnesia disociativa tras un derrame cerebral.

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"Hay que conectar las sinapsis de una forma totalmente nueva para que nuestro comportamiento cambie". Maret (la actriz alemana Susanne Wolff), de 44 años, escucha atentamente todo lo que le dice la Dra. Moore (la actriz danesa Iben Hjejle), ya que su existencia se basa en vagar en un estado fantasmal desde aquel momento de hace unos meses en que se desmayó en medio del campo: lo ha olvidado todo de los últimos 20 años de su vida, su pareja Thomas (el actor alemán Stephan Kampwirth) ha pasado a ser un completo desconocido para ella y su vida cotidiana como artista que trabajaba en publicidad es historia. Esa es la razón por la que decide marcharse a Lanzarote, en las islas Canarias, donde la Dra. Moore y su equipo dirigen una investigación sobre la estimulación cerebral profunda, lo cual implica una posible operación en el futuro. En un primer momento, las pruebas permitirán establecer un mapa cerebral de Maret ("su forma de afrontar el miedo, su capacidad de empatía, su umbral de inhibición..."), pero cuanto más avanza el proceso, más se levanta —casi imperceptiblemente— el velo sobre su pasado, de manera que Maret va poco a poco redescubriendo una personalidad que no resulta tan alentadora como esperaba. Al borde del abismo, la protagonista tendrá que elegir entre recuperar la memoria o volver a ser como antes, y todo ello al tiempo que intenta averiguar la causa de su colapso cerebral o aprovechar la oportunidad —por angustiosa que sea— que le brinda una operación que la liberaría. La pregunta, no obstante es: ¿La operación le permitirá realmente convertirse en una persona nueva?

El guion que la directora ha escrito junto con Judith Angerbauer constituye una construcción compleja que pone al espectador en la piel de una protagonista en estado de desorientación, una mujer que erra en busca de una salida inalcanzable, al tiempo que arroja progresivamente luz sobre su propio yo a través de encuentros con personajes clave de su pasado. Paralelamente, la película se convierte en una fascinante inmersión intelectual en los entresijos científicos de la estimulación cerebral profunda. Se trata de un largometraje a la vez atmosférico y clínico, emocional y enigmático, una mezcla muy singular que en ocasiones produce cierta sensación de opacidad, una obra ambientada en un lugar en el que las heridas del pasado resuenan en la distancia y afectan negativamente al presente. La cineasta, que elabora un trabajo sonoro y visual de lo más sólido        —especialmente con los imponentes paisajes de Lanzarote— sin buscar agradar en ningún momento, es como un detector sísmico que identifica con facilidad los lugares donde "la mente solo recuerda todo aquello que el alma tiene capacidad para soportar". Al igual que ocurre con la propia Maret, la inmersión en el malestar resulta a veces demasiado sugerente e inconexa a lo largo de la segunda mitad, pero la excelente recta final consolida la película como un trabajo cautivador y sin concesiones. En definitiva, se trata de una auténtica obra de arte.

Maret ha sido producida por la luxemburguesa Red Lion y la alemana Red Balloon.

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(Traducción del francés)

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