PELÍCULAS / CRÍTICAS Noruega / Dinamarca
Crítica: A Happy Day
por Savina Petkova
- El tercer largometraje del director noruego de ascendencia kurda Hisham Zaman está cubierto de nieve, amor y empatía

En algún lugar del norte de Noruega, bajo un espeso manto de nieve, los corazones de varios jóvenes laten con amor y esperanza. Como figuras diminutas recortadas contra un paisaje nevado, rodeado por montañas infranqueables, Hamid (Salah Qadi), Aras (Ravand Ali Taha) e Ismail (Mohamed Salah) sueñan a lo grande. Son los protagonistas de la última película de Hisham Zaman, el galardonado director noruego de ascendencia kurda. A Happy Day [+lee también:
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ficha de la película] tuvo su estreno mundial en la sección Centrepiece de Toronto, y acaba de inaugurar el Festival Internacional de Cine de Bergen, además de estrenarse en los cines del país.
A Happy Day es el tercer largometraje de Zaman, con el que demuestra sus puntos fuertes como guionista y director, ofreciendo una visión singular de la incomodidad y confusión que existe entre los seres humanos, la naturaleza y la política. Casi diez años después de Letter to the King [+lee también:
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entrevista: Hisham Zaman
ficha de la película], que mostraba a cinco personajes en un viaje de un día desde un campo de refugiados hasta Oslo, el cineasta presenta ahora una mirada hacia el interior, a un centro de asilo ubicado en el remoto Norte. Los adolescentes que viven allí crecen juntos, juegan, comen y duermen juntos, mientras que la única segregación por sexos se produce a partir de las 8 de la tarde. Dicho esto, los niños son niños, y todos saben cómo convertir una situación complicada en algo divertido. El trío protagonista es un buen ejemplo de ello, ya que pasan el tiempo planeando su huida. Se trata de un objetivo bastante idealista, dadas las circunstancias, pero que demuestra su espíritu juvenil y su deseo de descubrir el mundo por sí mismos; un mundo que les han arrebatado.
Aunque los tres han estado lejos del centro anteriormente, conscientes de su situación de desamparo, siempre han tenido la esperanza de ser rescatados. Mientras tanto, la nieve y el frío glacial no parecen molestarles tanto como el anhelo de estar en otro lugar. Los personajes de Zaman están esbozados desde un punto de vista psicológico, sin ofrecer demasiado trasfondo, pero tienen un corazón de oro. Incluso sus pequeñas peleas de adolescentes resultan entrañables, ya que el principio que los guía es “nosotros contra el mundo”.
Aunque el centro no es realmente una prisión, su ubicación remota y su diminuto microcosmos les resultan demasiado represivos como adolescentes de casi 18 años. Esa edad es crucial en este caso, porque una vez alcanzan la mayoría de edad, el centro organiza una celebración muy especial en su honor. Lo que todo el mundo llama “un día feliz” hace referencia precisamente a esta fiesta de cumpleaños, en la que les cantan una canción bastante rebuscada y los despiden con una maleta nueva: 23 kilos en los que deben guardar toda su vida. Estas escenas están impregnadas de humor negro, pero nunca en un tono burlesco. Se trata simplemente de la constatación de que la vida solo puede ofrecer un cierto apoyo comunitario a los jóvenes desplazados, antes de que tengan que aprender a valerse por sí mismos.
No obstante, ser joven es una ventaja que no hay que subestimar. Para Hamid, que ya es un poeta talentoso, el amor es un regalo inesperado. Un día, aparece de la nada una extraña chica llamada Aida (Sarah Aman Mentzoni). Es una joven atrevida, bastante agresiva y muy independiente. Ninguna de estas cualidades impide que se sienta atraída por la torpe calidez de Hamid, que pronto se enamora de ella, para espanto de sus dos amigos. A partir de ese momento, se filtran en la película ciertos toques de realismo mágico, que subrayan tanto la inercia sociopolítica como la necesidad de evasión. La película es encantadoramente bella, sin dejar de ser consciente de las circunstancias que influyen en la situación de estos chicos. Para la historia de A Happy Day, Zaman se basa en sus propias experiencias como refugiado del Kurdistán iraquí, lo que da como resultado una película veraz y empática, casi un gesto de esperanza y una promesa de que hay luz en los momentos más oscuros. Aunque sea el reflejo del sol en la nieve.
A Happy Day es una producción de la noruega Snowfall Cinema, coproducida por Zentropa Denmark, mientras que REinvent se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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