Crítica: Hotel Pula
por Fabien Lemercier
- La película de Andrej Korovljev sigue a un refugiado bosnio y a una joven croata que intentan amarse en la difícil y conflictiva situación de la región en 1995

Las guerras que inundaron de violencia los Balcanes en la década de 1990 siguen constituyendo una reserva cruel e inagotable de historias, reflejos, recuerdos y espejos de la que ya han salido numerosas películas, lo cual no impide que se sigan añadiendo nuevas obras a esta larga lista. Tal es el caso de la nueva película de Andrej Korovljev, Hotel Pula, que se ha proyectado en la 24.ª edición del Arras Film Festival, concretamente en una sección Focus dedicada plenamente a Croacia. La película está ambientada en 1995, cuando un grupo de refugiados bosnios con mochilas repletas de traumas se ven obligados a vegetar en un hotel reconvertido en centro de acogida de la ciudad costera croata de Pula —algunos de ellos siguen allí—. ¿Será posible recuperar el gusto por la vida y el amor después de haber sufrido tan terribles penurias? ¿Qué secretos se ocultan tras ese silencio sepulcral?
Tras iniciarse con el espeluznante testimonio de un refugiado manco, Hotel Pula sigue el viaje de Mahir (Ermin Bravo), un bosnio de 38 años y pocas palabras que lleva tres años viviendo en una especie de pausa permanente, en las oscuras habitaciones y pasillos del Hotel Pula ("No hago nada, me limito a caminar hasta que, cuando estoy cansado, cojo el autobús, donde oigo a la gente llorar"). A tiro de piedra de esta tumba viviente, los jóvenes lugareños disfrutan de la música punk, bailan frenéticamente como corresponde a su edad y disfrutan de la playa día y noche. Entre ellos está Una (Nika Grbelja), una chica de 18 años que sueña con Italia, que a su vez constituye el lugar al que su padre huyó tras dejar atrás a sus dos hijos y a una esposa que ahora ahoga las penas en alcohol. Las miradas de Mahir y Una se cruzan y, por iniciativa directa de esta última, los dos protagonistas se acercan poco a poco, de manera que derriban la primera capa de gruesas barreras psicológicas erigidas por Mahir. Pero, ¿quién es realmente? ¿Qué le tuvo que ocurrir para acabar huyendo de Bosnia? El pasado le perseguirá hasta dar con él y precipitar los acontecimientos.
Hotel Pula, cuyo guion escribió Ivan Turkovic Krnjak a partir de la novela de Vladimir Stojsavljevic, se basa en una aparente sencillez (con personajes secundarios arquetípicos como la mejor amiga confidente, la madre dura y desesperada o los lugareños más o menos acogedores con los extranjeros) para dejar entrever las diversas profundidades opacas. Se trata de una película repleta de contrastes de distinta índole (los dos personajes centrales, la luz y el inmenso horizonte del mar en contraposición a la oscuridad y el ambiente casi carcelario del hotel, los días y las noches, etc.). A través de una historia de amor conmovedora y de lo más creíble (ambos amantes tienen sus razones), la película transmite su mensaje de forma ingeniosa y sin necesidad de verbalizarlo todo. La guerra constituye un karma negativo que nunca llega a borrarse del todo, ya que lo que cambia en el interior de una persona es irreversible, pero los jóvenes siempre tienen la posibilidad de empezar de nuevo.
Hotel Pula es una producción de la croata Kinematograf.
(Traducción del francés)
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