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BLACK NIGHTS 2023 Competición

Crítica: Patient #1

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- En su nuevo largometraje, Rezo Giginieshvili tiene algo que decir sobre el pasado, el presente y la inmutable naturaleza del poder que no se puede ceder

Crítica: Patient #1

Los principios-mediados de los 80en la antigua Unión Soviética eran conocidos como “la edad de los funerales de Estado”, puesto que los líderes de los partidos y los jefes de Estado morían rápidamente uno tras otro. Ya eran muy mayores cuando “heredaban” el poder y se convertían básicamente en las herramientas de un sistema que ya no tenía batería y funcionaba por inercia. El cineasta georgiano Rezo Gigineishvili nos ha hecho viajar a ese periodo de tiempo con su último largometraje Patient #1, que acaba de inaugurar la competición oficial de este año del Festival Black Nights de Tallin.

Cuando conocemos a nuestra protagonista, una enfermera llamada Sasha (Olga Makeeva), su mayor preocupación es preparar su actuación de canto para el baile de las enfermeras que tendría lugar en al hospital. De forma inesperada, es elegida, entrevistada por un militante de alto rango (Igor Chernevich) y seleccionada para ser la enfermera que, con total discreción, se hace cargo de un paciente un tanto especial. Este paciente no es otro que el secretario general (Aleksandr Filipenko), un hombre con una salud tan delicada que apenas puede realizar sus funciones vitales, pero que sigue creyendo que tiene un gran poder.

Al principio parece un trabajo como otro cualquiera para el que las habilidades especiales de Sasha de ser discreta, educada y pasar desapercibida resultan muy útiles. Pero la situación es mucho más complicada para ella, para el hospital, para el Partido y para todo el Estado. En pocas palabras, diferentes personas tienen distintas preguntas, políticas y personales, para el secretario general, cuya lucidez está en jaque, y la mayoría de ellos ven a Sasha como un canal de comunicación. No le queda más remedio que intentar encontrar el equilibrio entre distintos poderes que la superan y no puede tomarse ningún descanso. Las preguntas son "¿por qué?" y "¿durante cuánto tiempo?", y la respuesta puede estar en el dicho de que el poder nunca se da, sino que se quita.

Rezo Gigineishvili se había creado una carrera como director de anuncios, videoclips y un repertorio de comedias románticas en ruso antes de adquirir relevancia en 2017 en el circuito de festivales con su película en georgiano basada en hechos reales Hostages [+lee también:
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. Esa película también estaba ambientada en la década de los 80 y trataba de un sistema que funcionaba por inercia. Cuenta la historia del inútil intento de un grupo de jóvenes intelectuales occidentales de escapar ideando un plan para secuestrar un avión. En Patient #1, la época es la misma, pero el clima es aún más sombrío. No hay entusiasmo juvenil ni sueños de fuga, e incluso cuando Sasha logra escaparse una noche para desahogarse en una fiesta, el Partido no tiene ningún problema para encontrarla.

Gigineishvili controla con destreza el ambiente sombrío. La estrecha relación del aspecto, los colores apagados de los interiores y los edificios brutalistas y angulosos de las pocas tomas exteriores destacan por sí mismos, al igual que los contrastes entre los planos, por lo general estáticos, que describen la realidad, y las secuencias grabadas con la cámara en mano, que muestran las oscuras visiones, casi como pesadillas, de la mente de una persona que cree que aún tiene poder. El ambiente queda mucho más marcado gracias a la banda sonora de Giya Kancheli, que pasa de una paleta minimalista, casi atonal, al principio, a una neoclásica, para finalmente llegar al género rock.

Con un ritmo intencionadamente pausado para transmitir una sensación de gravedad, Patient #1 evoca épocas pasadas. Por ello, es también una potente crítica de los tiempos modernos, a los que tampoco les queda batería y funcionan por inercia.

Patient #1 es una producción georgiana en ruso realizada por Independent Film Project.

(Traducción del inglés por Claudia López Coloma)

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