Crítica: Oxygen Station
- Ivan Tymchenko narra la historia del activista militante tártaro de Crimea Mustafa Dzhemilev bajo la forma de un thriller político y sobre crímenes

La historia de los tártaros de Crimea es larga y complicada, pero los acontecimientos de los siglos XX y XXI, vistos desde su perspectiva, solo pueden calificarse de trágicos. Los tártaros se vieron afectados por la hambruna rusa de principios de los años veinte y las purgas de Stalin en los años treinta. Posteriormente, fueron acusados de colaborar con la ocupación nazi y deportados a Asia Central (principalmente a Uzbekistán) en los años cuarenta. Todos sus intentos de protesta y sus esfuerzos por regresar a la patria fueron castigados mediante el sistema de colonias penales en Siberia. A pesar de todo, la resistencia no fue erradicada por completo, y algunas figuras como Mustafa Dzhemilev, actualmente diputado del Parlamento ucraniano, han mantenido viva la reivindicación. Dzhemilev es el protagonista del thriller histórico Oxygen Station [+lee también:
entrevista: Ivan Tymchenko
ficha de la película], de Ivan Tymchenko, estrenado en la competición del Festival Black Nights de Tallin.
Conocemos por primera vez a Mustafa de niño (interpretado por Danylo Bondarev), en una extraña y estilizada secuencia onírica en la que interviene un mago siniestro y se produce una conversación política en la que ningún niño debería verse involucrado. Ya de adulto, descubrimos que Mustafa (Borys Orlov, que interpretó al poeta ucraniano Taras Shevchenko en el biopic Taras: Homecoming) vive en la colonia penal de Zyryanka, en Siberia, donde se encarga de llenar bombonas de oxígeno en unas instalaciones junto a criminales y exconvictos. Aunque es un buen trabajador y no suele quejarse, el fiscal Shalandin (Viktor Poltoratskyi, el mismo actor que interpreta al mago en las secuencias oníricas) está decidido a inculparle por el asesinato de Lunin, un reportero local y provocador comunista. Mustafa sigue siendo recordado como un enemigo del Estado, aunque sus recientes protestas solo aparecen en forma de cartas y en un diario personal.
De vuelta en Uzbekistán, Safinar (Khrystyna Deilyk, a quien vimos en Volcano [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Roman Bondarchuk
ficha de la película], de Roman Bondarchuk) está preocupada porque el héroe nacional ha dejado de luchar por la causa, así que decide subirse al tren de Tashkent a Moscú, sin darse cuenta de que la siguen agentes del KGB. ¿Cuál es su destino? ¿Tiene algo que ver con la trama criminal y la investigación en Siberia? ¿Y cuál es el papel que juega el misterioso Hani (Edem Ibadullaev)?
El guion de la película, escrito por Mykhailo Brynykh (que ya había colaborado con el director en Beshoot), avanza mediante dos tramas paralelas, mostrando que la vida de un hombre libre en la URSS no era muy diferente de la vida en el gulag. Hasta el final, estas dos líneas argumentales son muy diferentes en estilo y naturaleza, y están muy alejadas en cuanto a la historia, lo que supone un enorme reto para Tymchenko a la hora de encontrar un equilibrio y combinarlas de forma fluida. El comienzo es bastante elegante, y el director demuestra una gran habilidad para controlar las dos tramas individualmente (la ambientada en Siberia sigue las normas del thriller policíaco y político), pero inevitablemente adopta un ritmo más lento en el segundo acto. Sin embargo, los saltos a las secuencias oníricas y fantásticas son una buena solución a este problema.
Tymchenko aprovecha al máximo los elementos que tiene a su disposición. Las interpretaciones del reparto son generalmente convincentes, aunque los actores más afortunados se llevan los personajes más “complejos”. La dirección de fotografía de Thomas Stokowski utiliza una paleta de colores oscuros para subrayar la decadencia y los esfuerzos inútiles por ocultarla; la producción y el diseño de vestuario se mantienen fieles al período de la Guerra Fría, mientras que la música compuesta por Jun Miyake ofrece breves estallidos de tensión. En general, Oxygen Station funciona bastante bien como drama histórico y thriller político.
Oxygen Station es una coproducción entre Ucrania, República Checa, Suecia y Eslovaquia, producida por Digital Platform, Svitlofor Film (Ucrania), Silk Films (República Checa), HOBAB (Suecia) y Flying Colors Pictures.
(Traducción del inglés)
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