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LECCE 2023

Crítica: Dead Girls Dancing

por 

- El primer largometraje de la alemana Anna Roller es un relato sobre el paso a la adultez sorprendente y refinado a nivel formal, en el que la tensión y la confusión van in crescendo

Crítica: Dead Girls Dancing
Luna Jordan, Noemi Liv Nicolaisen y Katharina Stark en Dead Girls Dancing

Tres jóvenes amigas alemanas que acaban de graduarse en el instituto montan un plan y se van sin apenas pensarlo a Italia. Allí esperan desconectar y disfrutar de unas vacaciones sin preocupaciones, pero el viaje acaba convirtiéndose en una especie de introducción precoz a la adultez, y este es precisamente el tema en torno al que gira Dead Girls Dancing [+lee también:
tráiler
entrevista: Katarina Stark
ficha de la película
]
, el sorprendente primer largometraje de la directora alemana Anna Roller, que, tras estrenarse a nivel mundial en Tribeca, ha sido presentado en la competición oficial del 24.º Festival de Lecce. Aunque se trata de una coproducción germano-francesa, la película deja también un inconfundible sabor a Italia, ya que se rodó entre Umbría y Lacio, especialmente en el encantador municipio de Civitella D'Agliano, donde ya no hay señales de vida humana y el fin del mundo parece inminente.

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La película se inicia con Ira (Luna Jordan), Ka (Noemi Liv Nicolaisen) y Malin (Katharina Stark) haciendo cola en el instituto para hacerse la tradicional foto de graduación con el título y una rosa en las manos. Seguidamente, se suceden las celebraciones con familiares y amigos que las felicitan y las acribillan a preguntas como "¿qué haréis ahora?", y las tres jóvenes, que no saben muy bien cómo responder a estas preguntas ("¿Por qué todo el mundo os sigue preguntando eso? ¿Acaso no han tenido nunca 18 años"), solo piensan en una cosa ahora: viajar por Italia y divertirse un poco. Así, les seguimos por una carretera que va hacia el sur, en busca de un camping donde poder ducharse. Es allí donde conocen a la enigmática Zoe (Sara Giannelli), una chica italiana —de la misma edad que ellas— que claramente huye de algo y no tarda en convertirse en la cuarta miembro de una banda en la que entabla una relación especial con Ira.

Un pinchazo lleva a las cuatro chicas a buscar refugio en un pequeño pueblo encaramado a una colina, atraídas por las campanas que se oyen sonar a lo lejos. Al llegar, descubren que en realidad no hay nadie en el pueblo. Llaman a todas las puertas, pero las casas están vacías, y todo hace pensar que han sido abandonadas recientemente. A continuación, se cuelan en una de ellas y deciden abrir armarios, probarse ropa y joyas, dormir en los sofás... Mientras tanto, ven columnas de humo que se elevan a lo lejos, y el sol arde cada vez con más intensidad. "Es como si el mundo que nos rodea ya no existiera y nosotras fuéramos las únicas que todavía no lo saben", afirma una de ellas. Todo se vuelve más y más misterioso...

Roller, que también escribió el guion de la película, divide la película en tres actos: el primero se caracteriza por los tonos cálidos del verano y pinta un cuadro realista de un grupo de jóvenes de 18 años en busca de aventuras que viajan sin sus padres por primera vez y con poco dinero para gastar; el segundo acto, que transcurre íntegramente en el pueblo fantasma, se adentra gradualmente en una zona más oscura, fantástica y onírica —alimentada por el vino que se introduce de contrabando en la iglesia local y que las protagonistas se beben con el estómago vacío—, hasta el punto de coquetear con el mundo del terror (al que también alude el título); el tercero está marcado por una brutal y repentina vuelta a la realidad, ya que las chicas se ven obligadas a asumir por primera vez las responsabilidades de su mayoría de edad —de la foto de su graduación a la de su ficha policial hay un paso muy corto—.

La directora, ayudada por su director de fotografía Felix Pflieger, hace gala de un estilo de rodaje muy personal y refinado, así como de una notable habilidad para crear atmósferas hechizantes, sobre todo mediante su gran habilidad a la hora de hacer uso de la música. Sus jóvenes actrices deslumbran con espontaneidad y naturalidad, por lo que es una pena que la parte final resulte un poco confusa en cuanto a las motivaciones de algunas de sus acciones. Pero "no todo tiene una explicación lógica", tal y como se dice en la película, y lo mismo podría decirse de la prometedora ópera prima de Roller, que añade al exagerado género del paso a la adultez una pieza no perfecta, pero sí muy singular.

Dead Girls Dancing ha sido producida por la alemana Kalekone Film en coproducción con la francesa Totem Films, que también se encarga de las ventas internacionales, y con las alemanas Claussen+Putz Filmproduktion, Rat Pack Filmproduktion y Bayerischer Rundfunk. La película se estrenará en Alemania el 23 de noviembre por cortesía de MUBI.

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(Traducción del italiano)

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