BLACK NIGHTS 2023 Competición Óperas primas
Crítica: Le syndrome de l’été sans fin
- En su primer largometraje, Kaveh Daneshmand navega con maestría y estilo sobre un polémico y provocador argumento

No hay nada como la vida (familiar) perfecta, tan solo una ilusión. Una vez aparece una grieta en la fachada, esa ilusión se desmorona y peligrosos secretos pueden salir a la luz. Al menos, ese es el caso del largometraje de debut de Kaveh Daneshmand, el thriller doméstico Le syndrome de l’été sans fin [+lee también:
tráiler
entrevista: Kaveh Daneshmand y Gem Deger
ficha de la película], que se estrenó internacionalmente en la Competición de óperas primas del Festival Black Nights de Tallin.
Al parecer la familia francesa Denicourt lo tiene todo. La madre, Delphine (Sophie Colon, en un papel que posiblemente le abra muchas puertas) trabaja en la alta política y da conferencias. Su marido Antoine (Mathéo Capelli) es un escritor muy reputado. Junto a sus hijos adoptados, el introvertido Aslan (el coautor Gem Deger) y la atrevida Adia (la debutante Frédérika Milano), viven en una idílica casa de campo donde disfrutan de interminables días de verano en la piscina, o al menos pretenden hacerlo, ya que Aslan planea irse de casa y continuar sus estudios en Nueva York.
Sin embargo, una llamada anónima lo cambia todo. Una mujer al otro lado de la línea le dice a Delphine que Antoine le admitió algo mientras estaba borracho, algo muy inapropiado que tenía que ver con sus hijos. Está claro que la llamada no forma parte de un plan de extorsión, aunque podría ser el retorcido intento de alguien de presionar a la familia, que no sería la primera vez que pasa. Aunque Delphine confía en su marido y en sus hijos, sabe que no puede limitarse a confesarles lo que ha oído. Así que empieza a "jugar a los detectives" para averiguar qué está pasando, lo que hace crecer la tensión y las sospechas en el hogar. Pero la verdadera cuestión es si está preparada para la realidad que podría encontrarse.
Aunque el marco es bastante arquetípico, la actuación que hace temblar sus cimientos es algo cliché y la estructura en tres actos resulta transparente a pesar de todos los adornos (como los flashforwards en los interrogatorios policiales), Le syndrome de l’été sans fin es una película que atrapa y mantiene la atención del espectador en todo momento. Esto puede ser gracias a la minuciosa labor de guion que se llevó a cabo en la construcción de los personajes y las relaciones entre ellos, lo que crea un entorno idóneo para que los actores normalmente desaprovechados y los debutantes ofrezcan interpretaciones convincentes y memorables. Por ejemplo, que Delphine sea la señora de la casa la hace un tanto distante y estricta, y esto hace que los niños sean más cercanos a Antoine que a ella, pero el amor y el afecto que se tienen parece muy real. Además, el misterio está bien ideado y programado para lograr el mayor efecto dramático e impacto posible, aunque algunas de las decisiones creativas de Daneshmand desvelan ciertos elementos de la verdad demasiado pronto y ponen demasiado énfasis en el simbolismo. Esto también hace que la resolución de la trama sea demasiado pulcra y limpia teniendo en cuenta la "zona gris" ética y la controversia que la película aborda.
A nivel técnico, Le syndrome de l’été sans fin también sorprende. Vemos un trabajo pulido reforzado por decisiones muy bien pensadas. La proporción cuadrada de 4:3 funciona igual de bien para los recurrentes primeros planos que para los escasos pero potentes planos lejanos, mientras que la paleta de colores veraniegos, brillantes y saturados, de la dirección de fotografía de Cédric Larvoire contrasta de notablemente con el contenido oscuro y controvertido de la película. El montaje de François y Pierrè Del Ray a veces se acerca al estilo de un videoclip, cosa que es comprensible teniendo en cuenta la vibrante banda sonora de Matteo Hager y Jakub Trs.
Es posible que Le syndrome de l’été sans fin no sea totalmente perfecta, pero es un gran debut que demuestra mucho sentimiento, intenciones y talento por parte del equipo creativo, el reparto y el resto de los trabajadores.
Le syndrome de l’été sans fin es una coproducción checo-francesa entre las productoras checa i/o post y Libra Rising, y la francesa Alief France. Las ventas internacionales están a cargo de Alief.
(Traducción del inglés por Claudia López Coloma)
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