Crítica: Natasha’s Dance
- El último largometraje del veterano realizador Jos Stelling es una película desigual que narra la tragicómica historia de amor entre dos marginados, un holandés y una rusa
La dificultad de expresar las propias emociones y el miedo a estar solo son los temas en torno a los que gira la nueva película de Jos Stelling, Natasha’s Dance, que se ha estrenado a nivel mundial en la competición principal del Festival Black Nights de Tallin de este año. La película, que ha sido rodada íntegramente en blanco y negro por el director de fotografía Goert Gilday, nos presenta en primera instancia a Daantje (el joven Bram Reurink), el introvertido hijo de una pareja disfuncional interpretada por Hadewych Minis y Gene Bervoets.
Las primeras escenas, que ponen de relieve lo especial que es Daantje, establecen un tono claramente tragicómico. Al niño no le gusta hablar y se siente ajeno a la realidad. Por su parte, sus malhumorados padres parecen más preocupados por fomentar sus aventuras amorosas —el joven les sorprende en pleno acto sexual con frecuencia— que por cuidar de su hijo.
Un día, la madre de Daantje le advierte de que un día llegará a su vida una chica, una persona que bailará a las mil maravillas. Tras ser abandonado por sus padres, Daantje (Willem Voogd) crece en un orfanato religioso, lo cual se convierte en una experiencia que lo perturba y aliena aún más. Su vida da un nuevo giro cuando conoce a Natasha (Anastasia Weinmar), una bailarina rusa mayor que él. En un intento de protegerla de uno de sus ex novios, acaba matando al hombre por accidente. Daantje y Natasha se dan a la fuga, y hasta este punto el atrevido planteamiento estético y narrativo de Jos Stelling funciona, al menos en cierta medida. La primera parte resulta bastante cautivadora, y aunque los acontecimientos narrados son profundamente trágicos, el conjunto se "suaviza" con algunos toques desenfadados de lo más agradables.
Las coordenadas de espacio y tiempo de la historia no se especifican en ningún momento, lo cual constituye probablemente una elección deliberada. En la primera parte de la película (la infancia de Daantje), ciertos trajes y elementos del decorado apuntan a que se trata de los años 60 y 70, pero el aspecto de la segunda parte (en una época en la que el protagonista no debe de tener más de 30 o 35 años) es más contemporáneo, aunque también indefinido.
Cuando comienza la huida de los personajes, la película se convierte en una especie de melancólica road movie en la que la acción se desarrolla caóticamente y los personajes parecen simplemente zarandeados de un acontecimiento a otro. Además, la presencia tranquila y generalmente silenciosa de Daantje —aunque misteriosa y fascinante— limita el desarrollo de su personaje. Su papel acaba reduciéndose al de un joven que sigue ciegamente a Natasha mientras esta huye de los Países Bajos y regresa a su país de origen. El tercio final de la película da un giro más surrealista, con algunas metáforas sobre la muerte, el amor y la vida, pero no surgen con la naturalidad que deberían.
En conjunto, la película de Stelling se basa en una premisa interesante y un planteamiento estilístico cautivador, pero da la sensación de que no se ha dado con la tecla. El resultado final es bastante desigual y acaba limitando el potencial de esta historia de amor de cuento de hadas.
Natasha's Dance ha sido producida por Fatt Productions (Países Bajos) en colaboración con Fixy (Países Bajos), y en coproducción con Ma.ja.de.Fiction (Alemania) y AVROTROS (Países Bajos).
(Traducción del inglés)
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