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BLACK NIGHTS 2023 Critics’ Picks

Crítica: The Old Man and the Land

por 

- La ópera prima de Nicholas Parish, sobre un intransigente granjero inglés, es un loable intento de narración cinematográfica basada en el sonido, que a veces logra ofrecer algo único

Crítica: The Old Man and the Land
Roger Marten en The Old Man and the Land

La última producción británica independiente presentada en el Festival Black Nights de Tallin (que cuenta con la participación de prestigiosos actores británicos) es The Old Man and the Land, de Nicholas Parish. La cinta desprende inmediatamente un aire de austeridad, con imágenes de montones de barro y puertas de madera astilladas que parecen derrumbarse sobre nosotros, pero en realidad se trata de una historia más sencilla de lo que parece y emocionalmente directa. Las voces en off de Rory Kinnear y Emily Beecham relatan detalles dolorosos sobre disputas filiales y traumas paternos, mientras observamos el dedicado trabajo agrícola de su padre, el “viejo” titular (interpretado por el actor no profesional Roger Marten), cuya única aportación sonora es el silencio. La película se estrenó mundialmente en la sección Critics’ Picks del festival.

Acompañar secuencias sin diálogo con una voz en off expositiva es una estrategia habitual en el documental, pero insólita para la ficción, transmitiendo la falsa impresión de que The Old Man and the Land será más innovadora de lo que realmente es. Los dos problemas fundamentales son que las voces en off rara vez aportan un contrapunto significativo a las prosaicas imágenes de la vida en la granja, y que Parish también renuncia a cierto grado de rigor al permitir que provengan de numerosas fuentes, ya sean mensajes dejados en el contestador automático analógico del “padre” anónimo, grabaciones de espacios reales en los que se encuentran los hermanos, como el querido pub de David (Kinnear), o recuerdos de sueños extraños que se dirigen directamente al público.

En esencia, estamos ante una recargada radionovela al estilo de la BBC, repleta de escenarios emocionales bastante predecibles y estereotípicos, aunque interpretados con vehemencia por los actores, que adornan unas secuencias rodadas con gran maestría en las que vemos al granjero cuidar sobriamente de su vasto rebaño de ovejas. Esta tensión entre las imágenes ambiguas y el trasfondo explícito que las rodea no produce una síntesis ideal. David y Laura, que rondan los cuarenta años pero se definen a sí mismos (con razón) como “adolescentes”, son dos fracasados insatisfechos que crecieron en esta granja familiar, un negocio que sigue siendo rentable. Mientras que la adicción de David al alcohol y las drogas ha marcado gran parte de su vida adulta, Laura ha trabajado en otras granjas en climas más soleados como California y España. No obstante, ambos se sienten atraídos de vuelta al hogar a medida que su padre disfruta de sus últimos años de trabajo, y cada uno de ellos defiende su derecho a heredar la tierra. El relato de Laura revela gradualmente el trato abusivo que sufría su madre por parte de su padre, por lo que podemos imaginar la oposición sexista del patriarca a conceder la propiedad a su hija. Registramos el leitmotiv del padre reprendiendo a su familia por no estar a la altura de sus ideales masculinos, como los castigos a su hijo, “un niño guapo y saltarín” que decidió estudiar Literatura Inglesa en lugar de comportarse “como un hombre”.

De vez en cuando, David o Laura hacen una referencia cortante a un aspecto concreto del amor o la crueldad de su padre, mientras vemos a Marten especialmente atormentado. Su brusco lenguaje corporal y su incansable dedicación a sus animales transmiten una persistente incapacidad emocional. El estilo narrativo crea elipsis en los momentos en que los hijos se reúnen con su padre, ya que las voces en off transmiten el paso de varios meses. Nunca los vemos, pero podemos recrear mentalmente el tono emocional de estos encuentros. Laura habla de echar de menos “Inglaterra”, en lugar de referirse a su país de origen como “Gran Bretaña”. Para Parish, la vida rural autosuficiente que se muestra en The Old Man and the Land es un callejón sin salida de horizontes limitados, y la película sobresale especialmente cuando evoca esto con agudeza, en lugar de intentar deconstruir la forma cinematográfica.

The Old Man and the Land es una producción de las británicas Milkwood Productions y Eve’ll Films. Sus ventas internacionales corren a cargo de Reason8.

(Traducción del inglés)

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