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PELÍCULAS / CRÍTICAS Bélgica

Crítica: The Belgian Wave

por 

- Jérôme Vandewattyne firma una película completamente chiflada sobre el tema de los ovnis y a través de un viaje psicodélico hacia las fronteras de lo real, y el más allá

Crítica: The Belgian Wave
Karim Barras en The Belgian Wave

Tras su paso por el Festival de Oldemburgo, el SLASH Film Festival y el Lausanne Underground Film & Music Festival, el segundo largometraje de Jérôme Vandewattyne, The Belgian Wave, se estrena el miércoles 13 de diciembre en Bélgica de la mano de sus propios productores. El cineasta se dio a conocer en 2017 con Spit'n'Split [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, un falso documental sobre la gira del grupo de Lieja The Experimental Tropic Blues Band que acabó por constituir una auténtica tarjeta de visita cinematográfica que sentó las bases de un cine libre de toda atadura de género. The Belgian Wave no es otra cosa que la continuación de la aventura del director, un manifiesto de cine alucinógeno para quienes quieren creer, una película para reafirmar la convicción de muchos acerca de la existencia de —¿por qué no?— los extraterrestres, una cinta que explora una faceta poco conocida de la historia belga contemporánea: la oleada de avistamientos de ovnis que puso el país patas arriba en 1990. Se trata de una película diseñada —tal vez— para creer en otras formas de hacer del cine una experiencia sensorial que toma prestada la estética psicodélica e invita a los espectadores a dejar atrás lo que creían saber sobre el decoro cinematográfico y a dejarse llevar por una explosión de colores saturados —y guitarras—, de luces que se filtran y de sonidos disonantes.

The Belgian Wave despliega su repertorio de fuegos artificiales visuales al completo y muestra una preocupación casi inexistente por el buen gusto, de manera que afirma su propia naturaleza excesiva al llevarnos a conocer a Enzo (Karim Barras) y Karen (Karen de Paduwa), un dúo improvisado que se embarca en una investigación espaciotemporal tras los pasos de Marc Vanrenberg, el periodista belga que cubrió la famosa oleada ovni belga. Por el camino, Enzo y Karen se topan con un amplio y variopinto abanico de personajes secundarios, a cada cual más chiflado: una ex ninfómana, un productor de lo más turbio, un abogado que no hace más que ladrar, una gurú dominatrix y unos cuantos extraterrestres, como no podía ser de otra manera. Estas historias de ovnis evocan todo un mundo de referencias a la cultura pop, y la película se inserta alegremente en esta mitología. El cineasta rinde un evidente homenaje a los artefactos audiovisuales del pasado, y prueba de ello es el uso casi fetichista de imágenes, cintas y vídeos de archivo falsos —o no—.

Aunque es Karen quien inicia la historia, da la sensación de que la película va adoptando poco a poco el punto de vista de Enzo. Su perspectiva y su grado de intoxicación nos adentran cada vez más en su mente nebulosa. Por momentos, perdemos el hilo con él para sumergirnos en su delirio psicotrópico, donde nos encontramos, entre otras rarezas, con una secta que aboga por la clonación humana financiada por la importación/exportación de kombucha. Llegados a este punto, lo mejor que podemos hacer es aceptar, tal y como hace Enzo, que "creer es algo emocional y no racional" para poder apreciar mejor los efectos de bajo presupuesto y satisfactoriamente eficaces de esta película inclasificable caracterizada por una energía y creatividad contagiosas. No es de extrañar, por tanto, que el jurado del Festival de Oldemburgo le haya concedido el Premio a la Audacia.

The Belgian Wave ha sido producida por Take Five con el apoyo del Centro de Cine y Audiovisual de la Federación Valonia-Bruselas, en el marco del apoyo a las producciones de bajo presupuesto. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Reel Suspects.

(Traducción del francés)

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