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GIJÓN 2023

Crítica: De Facto

por 

- Selma Doborac desafía los límites de la representación y sondea la complejidad del mal en su segundo largometraje, un documental estilizado e híbrido

Crítica: De Facto
Christoph Bach en De Facto

A la hora de representar el mal, “¿nos fallan los signos, o simplemente cambian?”, se preguntaba Selma Doborac en su ópera prima, Those Shocking Shaking Days [+lee también:
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ficha de la película
]
(2016). La cineasta bosnia afincada en Austria ha cuestionado los límites éticos del cine a lo largo de su carrera, siempre de una forma decidida e inflexible. Those Shocking Shaking Days empleaba la pantalla en negro, los planos estáticos y el espacio muerto para desafiar el papel dominante de las imágenes, mientras que los contundentes subtítulos planteaban las preguntas difíciles en una prosa conmovedora e implacable. De Facto, el segundo largometraje de Doborac, estrenado en la sección Forum de la Berlinale y premiado recientemente como Mejor Largometraje en la sección Retueyos del Festival de Cine de Gijón (ver la noticia), aborda cuestiones similares a través de medios formales inventivos.

De Facto trata sobre la vida al desnudo, el estado de excepción y la violencia extrema, pero se niega de forma decidida a mostrar nada de esto. De hecho, no parece en absoluto una película sobre estos temas. Desde el primer plano, vemos a un hombre, más tarde acreditado como Actor 1 (Christoph Bach), sentado ante una mesa. Su tablero de cristal refleja la exuberante vegetación del bosque, vista a través de los marcos de las ventanas sin cristales de un pabellón blanco. Nosotros (los espectadores, la cámara) estamos dentro de ese pabellón con el Actor 1 mientras el viento agita las hojas de los árboles en el fondo. En un plano secuencia y desde un ángulo lateral, el hombre empieza a hablar y no para durante casi 30 minutos.

A continuación, asistimos a una avalancha de monólogos en un tono impasible, compuestos de veredictos y confesiones en primera persona, testimonios de testigos y textos filosóficos, todo ello encadenado mediante una prosa impecable y cultivada. El hombre utiliza el “yo” para guiar al espectador a través de los laberintos del duelo, donde el dolor y la culpa se extirpan quirúrgicamente: historias sobre campos de concentración o de trabajo, jerarquías estancadas, humillaciones sin remordimientos, asesinatos en masa, violaciones masivas y el sangriento legado del mundo.

La compleja y pulida sintaxis y las vívidas descripciones de la tortura que evoca parecen enfrentarse entre sí. La secuencia estática e interminable no tiene piedad con el espectador, que recibe como balas cada palabra de incesante brutalidad: no hay lugar donde esconderse. Incluso cuando la escena termina y un cambio de espacio nos presenta al Actor 2 (Cornelius Obonya), cuyo testimonio es más filosófico, apenas tenemos un minuto de respiro. Lo cierto es que este tipo de cine no ofrece ningún consuelo. Doborac es una de las pocas cineastas en activo que experimenta con la forma y el contenido cinematográficos de una forma que convierte el término “experimental” en un epíteto completamente inútil. Su enfoque cerebral logra desentrañar la clara relación entre significante y significado, cuestionando la propia indicidad del cine. ¿Qué es un índice? ¿Un rastro de una realidad capturada (o recreada) en 24 fotogramas por segundo? ¿Puede contener una película algún rastro del mundo real? Al plantearse estas preguntas en el contexto de la violencia extrema y los testimonios de los perpetradores, De Facto se convierte en una obra referencial y autorreflexiva.

Decir que esta película es difícil de ver sería quedarse corto; y para ser sinceros, tampoco es fácil de reseñar. Sin embargo, si hay un título que merece el calificativo de “imprescindible”, ese sería De Facto. Si Joshua Oppenheimer y Errol Morris legitimaron la recreación como técnica válida en el canon documental, Selma Doborac va aún más lejos. No solo reniega de las recreaciones, sino que inventa nuevas formas de escenificar y desmontar la relación entre el mundo y el cine de un modo absolutamente radical y ético.

De Facto es una coproducción entre Austria y Alemania, mientras que sixpackfilm se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)

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