SUNDANCE 2024 Competición World Cinema Documentary
Crítica: Agent of Happiness
por David Katz
- El documental de Arun Bhattarai y Dorottya Zurbó nos lleva puerta por puerta a través de Bután para hacer una encuesta sobre la felicidad

Cuando se trata de evaluar la situación de un país, el hecho de preguntar a sus ciudadanos delante de una cámara si son felices puede parecer simplista o reduccionista, pero va directo al grano. Este fue el punto de partida del emblemático estudio docu-antropológico de Jean Rouch y Edgar Morin, Crónica de un verano (el “verano” de 1960 en París), a partir del cual surgieron diversas y complejas especulaciones e interpretaciones.
La aplicación del método científico a las emociones humanas también es la base del segundo largometraje de Arun Bhattarai y Dorottya Zurbó, Agent of Happiness, que ha tenido su estreno en la Competición World Cinema Documentary de Sundance. Bután, el pequeño país del Himalaya que hace frontera con Nepal y China, es famoso por su filosofía de la “Felicidad Nacional Bruta” (FNB). Desarrollada por su cuarto rey, este marcador del desarrollo del país (un contrapeso, o incluso un guiño, al PIB) determina la política nacional y se promociona en sus propios medios de comunicación con un orgullo propagandístico. Sin embargo, ¿es la felicidad tan cuantificable como determinar el nivel de azúcar en sangre? ¿No estaban Rouch y Morin más preocupados por la espontaneidad de los encuentros, mediada por la mirada de su cámara, que por los datos numéricos?
Bhattarai y Zurbó acompañan durante la mayor parte del documental a Amber Kumar Gurung, un “agente” de la felicidad enviado a numerosas y diversas partes del país, donde somete a cada participante a 148 preguntas diferentes, muchas de ellas registradas con un valor del uno al diez. Este cuestionario abarca desde preguntas sacadas de tests de personalidad (su sentido de satisfacción, pertenencia o enfado) hasta mediciones del bienestar en función del número de vacas y burros que poseen (muchos de los propietarios rurales se dedican a labores agrícolas). Aunque pueden surgir ciertas dudas sobre el rigor y el tamaño de las muestras, los directores son capaces de exponer un defecto concreto de base: Bután, que no se “abrió” hasta convertirse en una monarquía constitucional en 2008, sigue siendo una sociedad profundamente patriarcal, en la que las mujeres sufren mientras los hombres presumen de su ganado y mantienen todo el poder económico.
A medida que se revelan las propias luchas vitales de Amber, surge gradualmente una subtrama en la película, que los cineastas aprovechan para apuntar hacia la evidente ironía de que una persona infeliz registre la felicidad de los demás. El hombre está deprimido por tener que seguir viviendo con su madre cuando tiene más de 40 años, y se sumerge en las aplicaciones de citas en busca de una posible esposa (sin plantearse que sus parejas cumplan una función más allá de ese papel), mientras solicita la nacionalidad butanesa debido a la condición de refugiados nepaleses de su familia. Los créditos finales de la película afirman que el índice de felicidad de la última encuesta es del 93,6 %, por lo que cabe destacar la valentía de los directores, y su enfoque tierno pero contundente, a la hora de intentar desmentir esta falsa impresión.
Sin embargo, esa aproximación amable y superficial a veces se percibe como timidez. Las imágenes de Agent of Happiness reproducen y conservan el exotismo con el que los forasteros suelen representar la región: esas panorámicas de National Geographic en las que vemos colinas escarpadas y santuarios ornamentados y simétricos. Es evidente que los directores aprecian las buenas intenciones detrás del FNB. Lamentablemente, sus imágenes refuerzan el aura de tranquila conformidad que promueven los dirigentes de Bután como impulso de marketing ante el resto del mundo.
Agent of Happiness es una coproducción entre Bután y Hungría, producida por BNB Film y Match Frame Productions. Cinephil se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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