Crítica: La Vierge à l’enfant
por Aurore Engelen
- En su primer largometraje, repleto de elipsis y silencios, Binevsa Berivan pinta el retrato de una mujer yazidí guiada por su sed de venganza

Binevsa Berivan, la directora de origen kurdo afincada en Bruselas que se dio a conocer con el documental Traces - le peuple du Paon y el cortometraje Phone Story, presentó el martes en el Festival de Ostende su primer largometraje, La Vierge à l'enfant.
Todo se inicia con una oración a una de las figuras centrales de la religión yazidí, el ángel en forma de pavo real. No tardamos en darnos cuenta de que la heroína que tenemos ante nuestros ojos solo puede salvarse a base de agarrarse al clavo ardiendo de lo sagrado. Lo primero que se muestra es la parte trasera de una furgoneta de contrabandistas con una mujer joven en su interior, luego se ve su vientre y, a continuación, la mirada de desesperación que reflejan sus retinas. Nos preguntamos qué le pasa por la cabeza al tiempo que se mira en el espejo de un aseo público antes de entrar en una tienda con cuchillo en mano y, posteriormente, salir corriendo. Este inicio cargado de elipsis marca el tono del camino vengativo en torno al que gira la búsqueda de Avesta. Lo que sigue a estas secuencias iniciales irá progresivamente revelando las razones por las que hace lo que hace.
Avesta encuentra refugio en un albergue para solicitantes de asilo. En un primer momento, es su cuerpo el que lleva las marcas de los malos tratos sufridos, siendo su prominente barriga —señal de un parto inminente— la evidencia más visible. Se trata de un personaje hermético, intrigante e inicialmente mudo, una mujer que, atormentada por los traumas de un pasado reciente que no hace más que manifestarse noche tras noche, lucha por conectar con los demás, por aceptar el calor humano que le ofrecen las personas que aparecen en su vida. Son muchas las mujeres a su alrededor: su compañera de piso, su consejera, la enfermera... Una maravillosa hermandad va tomando forma con cada gesto (el roce de una mano, un café juntas, amagos de palabras que empiezan a escucharse…). El nacimiento del hijo ayuda a la protagonista a reconciliarse con las palabras, pero también desencadena la liberación de los demonios que yacían en su interior. Todo esto la lleva a plantearse un dilema moral fascinante: ¿es posible acabar por amar al hijo de un violador y torturador, un yihadista belga a cuya familia no le quitas ojo? A través de un puñado de modestas y fugaces escenas que dejan entrever esta maternidad forzada, se pone de manifiesto un complejo vínculo entre la madre y el hijo, una conexión caracterizada por la resistencia y la atracción, por contracorrientes que no hacen más que revolotear en el interior de la frágil mente de Avesta.
Por si fuera poco, tiene que enfrentarse a la justicia belga por el ataque con arma blanca que marcó su llegada a Bélgica. Durante el juicio, se rebela y lanza una pregunta retórica: “¿quién va a responder ante el asesinato de mi madre, mi hermana y mi hijo en manos del Daesh?
Si bien es cierto que el final de la película se hace de rogar, la cineasta adopta un enfoque maravillosamente sutil durante la mayor parte de la película para ir dando forma al viaje de la protagonista, de manera que da rienda suelta a sus silencios y se detiene en cada mirada para acabar por elaborar una brillante descripción calcográfica del apoyo que puede esperar disfrutar a lo largo del camino. Arroja luz sobre los apuros de estas mujeres en toda su complejidad —mujeres que se convirtieron en madres en medio de la violencia y el odio— y examina la posibilidad de reconciliar estos sentimientos con el hijo en cuestión. Hêvîn Tekîn (actriz de origen kurdo nacida en Berlín) dota a Avesta de una mirada fulminante y la interpreta con pocas palabras, pero con una intensidad sin límites. Por su parte, Laëtitia Eïdo interpreta el papel preciso y convincente de una trabajadora social que se encuentra igualmente angustiada por la persecución que ha ensangrentado la dolorosa historia de su familia.
La Vierge à l'enfant ha sido producida por Playtime Films (Bélgica) y coproducida por Polar Bear (Bélgica).
(Traducción del francés)
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