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IFFR 2024 Competición Tiger

Crítica: Me, Maryam, the Children and 26 Others

por 

- El primer largometraje de Farshad Hashemi mantiene la tradición del cine iraní de mezclar realidad y ficción y explorar la relación entre la vida real y el cine

Crítica: Me, Maryam, the Children and 26 Others
Mahboubeh Gholami en Me, Maryam, the Children and 26 Others

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ficha de la película
]
, la ópera prima de Farshad Hashemi, acaba de estrenarse a nivel mundial en la competición Tiger del IFFR. Lo más probable es que los espectadores metan este largometraje en el mismo saco en el que ya metieron a la mayoría de películas iraníes, ya que se trata de una película en la que se entrelazan realidad y ficción y se explora la relación entre la vida real y el cine. Hashemi ha elaborado una matizada y suave película sobre el rodaje de otra película, una cinta que deja al espectador con la sensación de que falta algo para comprender la totalidad del sentido de la idea.

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Mahboube (Mahboubeh Gholami, también conocida como "la generadora de ideas") es una escultora de treinta y pico años que vive sola con sus mascotas y sus plantas. Debido a su complicada situación económica, decide alquilar su casa para rodar un cortometraje durante seis días, por lo que no tarda en tener que hacer frente a la desordenada realidad de la producción cinematográfica. Con el simpático jefe de producción Farshad (Hashemi) al mando, el equipo se instala en la casa, pinta una pared de azul —tal y como Mahboube había acordado en el contrato—, deja manchas de café en sus libros y pone en peligro a sus gatos —algo contra lo que ella expresa su disconformidad con vehemencia—, de manera que, tal y como suele ocurrir con los equipos de producción, el caos acaba por apoderarse del hogar.

A pesar de diversos segmentos en los que los recuerdos en voz en off de Mahboube se combinan con la sentimental banda sonora a piano de Peyman Yazdanian, no se nos transmite mucha información sobre la protagonista. Si bien es cierto que se habla de su familia y de la historia de la casa, con detalles de lo más llamativos que reflejan sus sentimientos de soledad y una tensión entre pasado y presente (un retrato inacabado de ella y su hermana —pintado por su padre— y una jamba de puerta carcomida por las termitas), son pocas las pistas que se dan al público acerca del trasfondo de su situación.

De lo que sí que se da alguna que otra pista es del cortometraje que se está rodando, que parece girar en torno a la historia autobiográfica del director Vahhad sobre la separación de su esposa. Sin embargo, Vahhad no es una figura destacada en la película de Hashemi. Por otro lado, Mahboube se muestra reservada al principio, de manera que solo interactúa con Farshad y Navid (Navid Aghaei), el cámara que se queda toda la noche para vigilar el equipo. A pesar de los roces que provoca y a los que reacciona, las conversaciones de la protagonista con los cineastas son suaves y educadas. De hecho, todos los personajes de la película parecen personas verdaderamente agradables.

A medida que avanza la historia, los acontecimientos o líneas de diálogo tanto de la película propiamente dicha como de la que se está rodando empiezan a desbordarse entre sí, y Mahboube va cogiendo más confianza con el equipo. Es una escena en la sala de maquillaje —en realidad es su dormitorio— la que marca el momento en que conecta con las mujeres del equipo, incluida la actriz principal Zahra (Zahra Aghapour). Sin embargo, no parece una transición natural, sino más bien bastante repentina. En cualquier caso, la anfitriona se implica en la producción y crea un vínculo emocional tanto con la historia de la película como con los personajes.

El director de fotografía Davood Malek Hosseini capta el caos del rodaje con cámara en mano y opta por panorámicas suaves e imágenes de tonos oscuros —a modo de cuadros— en los momentos de reflexión de Mahmoube. Salvo en una escena en torno a una pesadilla de lo más extravagante, el colorido de los segmentos en los que se filma el corto es menos intenso que el de la realidad de la película de Hashemi. Por el contrario, un par de elipsis inventivas y decisiones de montaje ingeniosas difuminan aún más la línea entre ambas.

Se trata de una película agradable a la par que ambigua, pero quizá en una medida excesiva. A pesar de la matizada interpretación y formidable presencia de Gholami, nos quedamos con las ganas de saber más sobre su personaje, y resulta difícil saber si esto forma parte del concepto o no. Y lo mismo puede decirse de la dinámica general de la película: ¿se quiere transmitir el hecho de que la vida nunca acaba de ajustarse del todo al guion que elaboramos para nosotros mismos o no?

Me, Maryam, the Children and 26 Others es una coproducción entre la iraní Istade Art Group y la alemana PakFilm.

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(Traducción del inglés)

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