02/02/2024 - Dmytro Moiseiev dirige una intensa y ligeramente surrealista adaptación de la novela de Andrey Kurkov, que narra la historia de un apicultor atrapado entre los frentes del Dombás

Las abejas desempeñan funciones productivas y únicas en el ecosistema natural, contribuyendo a la vida de la vegetación y de los seres humanos, pero también se sienten atraídas (casi a su pesar) a congregarse alrededor de materia pútrida y en descomposición. El título de la película del ucraniano Dmytro Moiseiev, y de la aclamada novela de Andrey Kurkov en la que está basada, imagina a estos insectos como demacrados, envejecidos y perezosos, sin duda una descripción imaginativa y cruel para los habitantes que resisten en un pueblo minero arrasado en medio de la guerra del Donbás.

Estrenada en la Competición Tiger del IFFR, Grey Bees presenta una narración hábil y ordenada, repleta de sutiles ironías, antes de que su trama se intensifique gradualmente. Recortando la estructura de cuaderno de viaje de la novela, Moiseiev actualiza la acción desde mediados de la década de 2010 hasta enero de 2022, una fecha fatídica, pero conteniéndola exclusivamente en el pueblo minero, convertido en una especie de ruina pintoresca. Sin embargo, la principal limitación de su película es que no amplía especialmente lo que ya sabemos de este conflicto tan discutido, limitando a sus tres personajes centrales de un modo caricaturesco. Por muy carismáticas que sean sus representaciones en pantalla, no siempre sugieren una vida y una interioridad más allá de las reducciones simbólicas de las perspectivas comunes sobre la guerra.

Moiseiev genera una cierta tensión a medida que observamos al protagonista, Sergei (Viktor Zhdanov), un minero jubilado que ha encontrado un gratificante nuevo trabajo como apicultor. El paisaje es a la vez postapocalíptico y premoderno: ante la falta de agricultura, se ve obligado a cosechar lo que puede de un entorno muy restringido para ganarse la vida. Podemos sentir la dulce, aunque temporal, satisfacción de fabricar y saborear la preciada miel en estos entornos desprovistos de esperanza. Su función es también la de moneda de cambio para otros alimentos, además de agua y combustible.

Su visión política y su escepticismo hacia la causa nacionalista ucraniana se muestran con seguridad (y también resultan desafiantes e intransigentes, dada la solidaridad automática de Occidente y sus instituciones), aunque se mantiene cierto misterio existencial al negarse a abandonar el pueblo. ¿Es posible que sufra un trastorno por estrés postraumático? El cuidado y la paciencia con los que Moiseiev le filma fermentando la miel revelan que esta estricta rutina es su propia recompensa. Los horizontes brillantes se oscurecen en el aire lleno de hollín. ¿Puede creer que las abejas existan en cualquier otro lugar donde decida asentarse?

Su amigo de la infancia, Pashka (Vladimir Yamnenko), vive más cerca del territorio controlado por la República Popular de Donetsk, y actúa discretamente como agente y vigía para sus fuerzas. Sergei disfruta de su compañía, pero sin duda se opone a sus simpatías prorrusas, aunque tampoco se siente un ucraniano orgulloso, al menos no dentro de la concepción promovida por Zelenskyy. Los diálogos con un soldado de las fuerzas nacionales, que al principio parece preocupado por su protección, pero que en realidad le está espiando, lo dejan claro de una forma contundente. En general, la película transmite la sensación de haber eliminado una dimensión adicional y una serie de detalles que aportaba la novela. El propio Kurkov nació en San Petersburgo y publica en ruso, pero sin duda se identifica como ucraniano. El hecho de que los dos países están perpetuamente en guerra desde hace 130 años se expresa directamente en este intercambio con el soldado. Finalmente, el giro de Grey Bees hacia la tragedia es un recordatorio pesimista de que esta guerra puede que nunca se gane del todo, sino que solo se calme temporalmente.

Grey Bees es una producción de la ucraniana Idas Film.

(Traducción del inglés)