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IFFR 2024 Bright Future

Crítica: Bite

por 

- El primer largometraje de Guido Coppis, impregnado en ricos tonos sepia, se entrega a una desconcertante narrativa en los márgenes del drama psicológico y el thriller

Crítica: Bite
Reinout Scholten van Aschat en Bite

Si bien es cierto que el cine neerlandés no sigue ningún patrón específico, lo que predomina últimamente son tanto las películas explícitamente conceptuales (Met mes [+lee también:
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) como el cine de género —pero no en el sentido estricto de la palabra— (Narcosis [+lee también:
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). Bite, la ópera prima de Guido Coppis, está a caballo entre estas dos tendencias. Por un lado, se trata de una cinta en la que se experimenta mucho al situar a los personajes en un escenario distópico que se aleja de la realidad, y por otro, se desarrolla una narrativa lineal de estructura más bien tradicional, una narrativa que se adentra en el retrato de la relación de una persona traumatizada con el mundo y que promete profundizar cada vez más en el análisis psicológico antes de virar repentinamente hacia un espeluznante thriller policíaco en el que se juega la carta de la locura. La película acaba de estrenarse a nivel mundial en el IFFR, por lo que, junto con las otras 19 películas seleccionadas, ha sido presentada en la sección Bright Future. Así pues, Bite es uno de los dos títulos neerlandeses que figuran en el programa de esta sección.

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Mark (Reinout Scholten van Aschat) trabaja en un refugio de animales y a menudo se comporta como un perro callejero, ya que mira en todas las direcciones con temor y se muestra constantemente a la defensiva, dispuesto a morder a cualquiera que se le acerque. Vive en un piso estrecho, lúgubre y sucio, con las cortinas siempre corridas, y su vida social se limita a breves y conflictivas interacciones con un amigo drogadicto y visitas a su abuelo en una residencia de ancianos. Y es precisamente allí donde Mark conoce a Lisa (Frieda Barnhard), que parece decidida a tomarlo bajo su protección y domesticarlo, a pesar de su comportamiento brusco y su evidente miedo a estar cerca de cualquier otro ser humano. En efecto, su rostro se ilumina bajo la tutela maternal de Lisa, y justo cuando todo apuntaba a que estábamos ante otra cinta sobre el poder del amor más allá de las convenciones, la trama da un giro brusco y toma una dirección completamente distinta a la esperada en un principio. Sin embargo, aunque el giro condimenta la fábula, contribuye a desaprovechar la oportunidad de profundizar en el mundo de los propios personajes.

Bite se desarrolla en un tiempo, un espacio y un contexto cultural arbitrarios, y tanto es así que los míseros barrios por los que merodea Mark tienen muy poco que ver con los Países Bajos con aspecto de casa de muñecas —excepto hacia el final, en casa de Lisa y su familia—. Tampoco se nos da la suficiente información sobre los personajes como para poder al menos imaginar por qué se comportan como lo hacen. Un truco ingenioso para darle un aire más universal a la película y poder identificarnos con ella habría pasado por volcarse por completo en la vida interior de los personajes, pero en cuanto la trama se antepone a lo psicológico, sus razones subyacentes caen en una total falta de lógica al tiempo que nos recuerdan —aunque solo un poco— al absurdo macabro de las películas de Alex van Warmerdam —por aportar otra referencia neerlandesa—. Sea como fuere, la estética explosiva de la película, combinada con el gran esfuerzo realizado por el recién llegado autodidacta Coppi —de solo 25 años— para crear su propio universo, consigue captar la atención del espectador durante  —al menos— la primera mitad de una película que gira en torno a una trama que, aunque no resulta del todo profunda, está cargada de intriga.

Bite ha sido producida por la neerlandesa The Rogues y distribuida por Gusto Entertainment.

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(Traducción del inglés)

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