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IFFR 2024 Bright Future

Crítica: Historia de pastores

por 

- Jaime Puertas Castillo observa la desaparición del mundo agrícola y pastoral andaluz en una sorprendente ópera prima que se coloca entre tradición y modernidad

Crítica: Historia de pastores

Si la derecha no se hubiera apropiado también de este concepto, podríamos referirnos a Historia de pastores [+lee también:
entrevista: Jaime Puertas Castillo
ficha de la película
]
como una obra arqueofuturista. La película, que ha sido presentada —como no podía ser de otra manera— en la sección Bright Future del IFFR, se propone reconstruir elementos del pasado rural y hablar de ellos como si formaran parte del futuro. Todo comienza cuando una geóloga (Mari Marín) que trabaja para el Museo de Prehistoria y Paleontología de Orce se encuentra con un pastor herido (Antón Rodríguez) en mitad del campo andaluz. Este encuentro tan improbable entre un pastor y una geóloga en ciernes da lugar a la exploración y cartografía de las casas rurales de las afueras de Puebla de Don Fadrique, en el sur de España. Estas casas se consideran puestos de avanzada míticos de una civilización perdida y se describen como una especie de puertas de acceso a lugares sobrenaturales, y todo ello mientras se habla de un extraño meteorito entre los miembros de la pequeña comunidad rural, de manera que varios acontecimientos quedan envueltos en misterio.

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La escasísima trama de Historia de pastores brinda al joven director Jaime Puertas Castillo la oportunidad de aprovechar los momentos cotidianos de silencio, de tomarse su tiempo para observar y redescubrir un tiempo perdido y de reinventar lugares de su propia infancia, no solo como testimonios de tiempos lejanos y ya pasados, sino también como receptores de un futuro aún por reescribir. Todo ello lleva al director a hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué deparará el futuro a estas tierras?

La película está ambientada en el año 2027, en un futuro no muy lejano y no demasiado distópico que, en algunos aspectos, ya estamos viviendo, entre las ruinas de civilizaciones antiguas y milenarias. La obra de Puertas Castillo se aleja de la descripción etnográfica que suele retratar la civilización agropastoril mediterránea, y le bastan unos pocos planos para describir toda una comunidad, un sistema de valores, una serie de estados de ánimo. Se trata de una economía de imágenes poco frecuente en el cine actual, un modus operandi que refleja la sabiduría de un director que, a pesar de ser todavía muy joven, denota una madurez impropia de su edad.

Aunque se deja espacio para la contemplación en Historia de pastores, no se trata ni mucho menos de un autocomplaciente o nostálgico fin en sí mismo. Tampoco faltan los elementos cómicos, ya sea por parte de la protagonista Mari —una nueva Maude, siempre al acecho de nuevos edificios que catalogar— o a través de los     —más o menos— sutiles homenajes a películas de ciencia ficción de serie B con objetos voladores no identificados. Con su final lírico y espiritual, en el que el lenguaje se vuelve híbrido y las imágenes revelan escenas de poder sobrenatural, Historia de pastores se sitúa a caballo entre la tradición y la modernidad, de manera que juega con los géneros para ofrecer una instantánea imaginaria y fantástica de España, un retrato digno de Don Quijote y sus múltiples aventuras.

Se trata de una película sin pretensiones, un largometraje con el que se hace gala tanto de un agudo sentido de la imaginación por parte del director como de un cierto deseo de jugar con la fantasía y lo fantástico sin necesidad de rebajarse a la realidad de nuestro miserable presente.

Historia de pastores es una producción de Películas Maria y Elías Querejeta Zine Eskola.

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(Traducción del italiano)

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