Crítica: Quell’estate con Irène
por Elena Lazic
- BERLINALE 2024: Maria Camilla Brandenburg brilla en el segundo largometraje de Carlo Sironi, que por otra parte es, quizá, demasiado sutil

El verano es una época del año transformadora, con cielos azules prometiendo tanta libertad que hasta el calor del sol despierta nuestros sentidos. Por el contrario, en Quell’estate con Irène [+lee también:
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ficha de la película], de Carlo Sironi, que se estrena en la sección Generation de la Berlinale de este año, la estación parece casi una broma cruel para Clara (Maria Camilla Brandenburg) e Irène (Noée Abita): ambas chicas, de 17 años y en la cúspide de la feminidad, forman parte de un campamento de verano especial para personas jóvenes como ellas que están en tratamiento o recuperándose del cáncer. Nos enseñan esto muy pronto en la película y se nos hace imposible no seguir preguntándonos durante el resto de ella cómo esta condición debe cambiar la perspectiva de las chicas del paso del tiempo, la belleza de la naturaleza, la idea misma del far niente o incluso el concepto de las etapas de la vida. La fotografía suave y delicada de Gergely Pohárnok (que también ha trabajado en el debut del director italiano, Sole [+lee también:
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ficha de la película]) combina con la naturaleza callada y, de algún modo, melancólica de Clara, la protagonista de la película, quien rápidamente establece una conexión con Irène y pronto sigue a su mucho más obstinada amiga a una pequeña isla en Sicilia. Escapándose del grupo, durante lo que parecen ser los años 90, las dos chicas diametralmente diferentes están intentando encontrar algún sitio en el que no se les defina por su enfermedad y en el que puedan disfrutar del simple hecho de existir.
La ingeniosa Irène encuentra una casa, que pronto va a ser renovada, en la que poder alojarse y allí pasan días de holgazanería. Pero el espectro de la enfermedad nunca abandona la mente del público y forma una tensión constante con la relajación que vemos en pantalla. Aunque las dos protagonistas han vivido con su condición durante al menos dos años, para nosotros sigue siendo una realidad extraña e inusual de considerar. El enfoque de Sironi y la coguionista Silvana Tamma sobre el tema pretende presumiblemente ayudarnos a ver que los personajes son personas completas que no están totalmente definidas por su enfermedad, pero a veces hace que la película se antoje frustrantemente vaga sobre el daño psicológico de un diagnóstico así. El estado mental de Irène es más fácil de intuir que el de Clara, ya que esta es más expresiva, habladora y espontánea; pero Clara sigue siendo un misterio. Afortunadamente, la interpretación relajada y de apariencia extremadamente natural de Brandenburg tiñe al personaje con una personalidad creíble, la de una joven observadora que se siente cómoda avanzando a su propio ritmo.
La relación entre Irène y Clara está marcada por sutiles insinuaciones de que esta última le pueda tener más cariño a la primera de lo que suele implicar una relación platónica de amistad. Los comentarios desdeñosos de Irène sobre los hombres cuando un grupo de jóvenes llega a la isla y los momentos de contacto físico que rozan la burla juguetona sugieren que hay una atracción. Pero, afortunadamente, la película se abstiene de definir estrictamente lo que es, después de todo, una amistad creciente entre dos personas muy jóvenes que, en ese momento y lugar, no necesitan etiquetas. Esta sutileza también la permite la propia naturaleza tranquila de Clara, que no se deja asfixiar por la personalidad de Irène. A su propio ritmo y de su propia manera paciente, inspirada por la sed de libertad de Irène, pero mucho menos atrevida con sus métodos, Clara se abre a las oportunidades y lo desconocido, dos factores de la vida que son sinónimos de juventud pero que se suelen renegar en tiempos de enfermedad. Un dulce amor de verano con un buen chico hace que también pueda volver a tener esperanza y sueños de futuro. Por lo que es una pena ver cómo la película, eventualmente, acabe cayendo en un cliché, con Irène adoptando al final todas las características de la inspiradora, pero trágica amiga gay; haciendo de Quell’estate con Irène una película de madurez bastante convencional que se apoya más en los tropos de personajes de lo que parece en un principio.
Quell’estate con Irène ha sido producida por Kino Produzioni (Italia), June Films (Francia) y RAI Cinema (Italia). Las ventas internacionales las gestiona la compañía italiana Fandango.
(Traducción del inglés por Joanna Sánchez Moya)
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