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BERLINALE 2024 Forum

Crítica: Henry Fonda for President

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- BERLINALE 2024: Con la visión y el amplio conocimiento de un verdadero cinéfilo, y tomándole el pulso a la sociedad estadounidense, Alexander Horwath crea un homenaje fascinante a su ídolo

Crítica: Henry Fonda for President

Justo cuando el joven amante del cine Alexander Horwath se encontraba en pleno proceso de descubrimiento de su amor por Henry Fonda, con un cine parisino a modo de representación de un encuentro que nunca llegaría a producirse, el propio Fonda estaba a un año de conceder su última gran entrevista. Un año más tarde, en 1982, murió de una enfermedad cardíaca. Puede que Fonda se haya ido hace tiempo, pero tanto su legado como la fascinación de Horwath por él se han mantenido intactos.

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El ensayo cinematográfico Henry Fonda for President [+lee también:
entrevista: Alexander Horwath
ficha de la película
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, con el que Horwath ha pasado de periodista y comisario a director en activo, se ha estrenado a nivel mundial en la sección Forum de la 74.ª Berlinale. Se trata de una exploración del hombre, del mito, del impacto que tuvo en la historia del cine y de los paralelismos que pueden trazarse con los mitos igualmente nebulosos de América. Sí, puede que Fonda lleve muerto más de 40 años, y Horwath no sugiere ni por un momento que el espectador de hoy deba considerar que esta estrella de hace tiempo sigue siendo relevante en la actualidad, pero al sumergirse en la biografía de Fonda, así como en los personajes que interpretó y los trastornos sociales que sufrió la sociedad estadounidense durante su vida, el cineasta logra crear un ciclo fascinante en el que destacan las ideas políticas recurrentes y las tendencias de la contracultura y la cultura pop.

Fonda era capaz de encarnarlo todo: el mito de los peregrinos, el emigrante en la ruta de Oregón, el antihéroe desilusionado, el criminal malote... Horwath hilvana hábilmente retazos de películas, fotos y entrevistas, y analiza elementos simbólicos como Fonda ocultando los ojos con las manos —en aquella época no se permitía a un hombre mostrar sus lágrimas—, o Fonda y sus piernas, que a menudo apoyaba en sillas, vallas, paredes… Era un hombre que atribuía mucha importancia a la presencia física, y este patrón se extendía por toda su obra. El director también nos habla de la propia familia Fonda, formada por inmigrantes neerlandeses que llegaron a América en el siglo XVII —lo cual derivó en el hecho de que un pequeño pueblo del estado de Nueva York acabara llevando su nombre—, cuyos descendientes se han convertido en los clásicos habitantes del Medio Oeste de Estados Unidos.

Horwath no se limita a reunir material de archivo, aunque también es cierto que este tipo de imágenes abundan: en Nueva York, en Nebraska, en New Salem, en Tombstone, en los vastos bajos fondos de América... El cineasta se dedica a seguir los pasos de Fonda, aunque con algún que otro rodeo para hablar de la cresta mohicana de Robert de Niro, del tipo que acosó a Jodie Foster, o de Ronald Reagan, un actor no tan destacado que acabaría dominando la siguiente década en términos políticos. Su visión conservadora —incluso ultranacionalista— de la superioridad estadounidense dio forma a una época que Fonda nunca llegó a vivir; pero, de nuevo, aunque ya esté muerto y enterrado desde hace muchos años, sus personajes y su sensibilidad siguen presentes.

Como persona ajena al sueño americano, a la ilusión de la "ciudad brillante encaramada a una colina" que llenaba la boca de Reagan al hablar de su país, Horwath se encuentra en una posición que le garantiza la mejor compañía. Puede que su protagonista, Fonda, fuera el actor americano por excelencia, pero los papeles que interpretó coincidían con una imagen generalmente reservada a los forasteros. Los cineastas, ya fueran Fred Zinnemann o Alfred Hitchcock, procedían todos del extranjero, y era a través de este prisma como veían el sueño americano.

Puede que Fonda fuera demócrata y un gran partidario de Franklin D. Roosevelt y John F. Kennedy, pero la película no rehúye la complicada relación que tenía con sus hijos, Jane y Peter, que representan la América más crítica y proactiva que se embarcó en una guerra ideológica para defender a las clases desfavorecidas y los derechos civiles. Lo que queda de Fonda es su obra. Su fascinante biografía, que relata cómo pasó de lavaplatos a millonario, es la ilustración misma del mito del sueño americano. Puede que no haya llegado a presidente, pero el hecho de que todavía sigue siendo una de las personas más importantes de la historia del cine es innegable.

Henry Fonda for President ha sido producida por la austríaca Mischief Films y la alemana Medea Film Factory.

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(Traducción del inglés)

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