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BERLINALE 2024 Panorama

Crítica: A Bit of a Stranger

por 

- BERLINALE 2024: Svitlana Lishchynska ofrece una íntima mirada a cuatro generaciones de mujeres ambientada en la invasión rusa de Ucrania

Crítica: A Bit of a Stranger

“¿Puede haber amor donde no hay libertad?” pregunta la directora ucraniana Svitlana Lishchynska al final de A Bit of a Stranger [+lee también:
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, y su pregunta se relaciona a gran escala con la invasión rusa. “¿Puede haber libertad donde no hay amor?” reflexiona en el contexto de la historia de su propia familia, el cual se explora a lo largo de la película. Este documental es un caso curioso, con sus introspecciones personales y una observación social más amplia. A veces, es irregular y disperso; sin embargo, al final, Lishchynska consigue encontrar su equilibrio y nos demuestra que no tiene miedo a desnudar dolores emocionales y contradicciones generacionales.

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La directora, nacida en Mariúpol, cuenta con más de 25 años de experiencia en la televisión ucraniana, tanto en reality shows como en documentales, de los cuales ha hecho dos mediometrajes y dos largometrajes. Sin embargo, A Bit of a Stranger ha sido su primera aparición en la Berlinale, donde la película se estrenó mundialmente como parte de la sección Panorama.

Nacida en 1970, Lishchynska creció en la URSS despreciando todo lo relacionado con el comunismo y cuando nació su hija en los años 90, decidió abandonar la “rusificada” Mariúpol y marcharse a Kiev. Según nos cuenta la película, la pequeña Alexandra se quedó con la madre de Svitlana, Valya, cuya compleja relación con la identidad nacional y la lengua se ha trasmitido de generación en generación de forma inesperada. A lo mejor, esta es la razón por la que A Bit of a Stranger comienza centrándose en Valya, quien, a sus setenta años, sigue siendo la más enigmática de todas las mujeres. No se revela mucho de su pasado, ya que habla más bien poco de él, pero la alegría con la que se acerca al mundo y a su familia (ya sea antes o después de la invasión) sugiere que las cosas no han sido fáciles para ella. Ella ama Mariúpol y le aterra el pensamiento de irse; las imágenes en Super 8 de su boda en el año 1968 auguran ese sentimiento de pertenencia.

Usando su propia voz, Svitlana intenta articular el nivel de separación que hay entre ella y su madre mientras que nota cómo su hija Sasha se aleja. Tres generaciones de mujeres y sus diferentes inclinaciones políticas, por mínimas que sean, no pueden unirse tan fácilmente bajo la homogeneizadora bandera de la “femineidad”. Sin embargo, en su mayor parte, A Bit of a Stranger prefiere no extender el tema de las tensiones interpersonales, sobre todo cuando hay una guerra en estado avanzado. La visión pro-Rusia y la negación de Sasha se derrumban rápidamente por la dura realidad del distanciamiento; cuando tanto ella como su hija Stephy se ven forzadas a ir a Londres. En una sucesión de secuencias cortas vemos a Sasha acurrucada en el suelo, llorando; más tarde, la oímos hablar sin tapujos de sus ataques de pánico y de las razones por las que evita las noticias ahora. No necesita gran elaboración, ya que las imágenes hablan por sí solas; se han roto vidas y algunas ni siquiera estaban completas en un principio.

Lishchynska empezó a trabajar en la película antes de que la invasión rusa pasara a gran escala, por lo que se incluyen metrajes etiquetados como de pocas semanas antes, pero no hay una cronología clara ni una línea temporal. Justo como en nuestra memoria, todo está mezclado. Gracias a esta estructura sin restricciones, la directora encuentra su camino de vuelta a la individualidad, un concepto que detesta el totalitarismo soviético, y al amor. “Cuando eres como todo el mundo, te sientes amado”, dice ella. Y lo contrario ha sido cierto para todas las mujeres de esta familia. Por muy doloroso que sea darse cuenta de que la vida y el amor no han sido realmente equitativos, y que tu país es el culpable, puede haber una nueva intimidad en admitir que eres vulnerable.

A Bit of a Stranger ha sido producida por la ucraniana Albatros Communicos, en coproducción con la berlinesa ZDF y las suecas Vilda Bomben Film y Film i Väst. Film Harbour gestiona sus ventas internacionales.

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(Traducción del inglés por Joanna Sánchez Moya)

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