27/02/2024 - BERLINALE 2024: Margarida Gil sigue a una joven estudiante de cine que visita una casa que cobra vida a través de sus habitantes

Una casa puede guardar numerosos secretos. Detrás de cada puerta, podría haber una historia para contar y se necesita a alguien dispuesto a abrirla por completo para ver lo que oculta. En la última película de Margarida Gil, Mãos no fogo [+lee también:
tráiler
ficha de la película], que se estrenó en la sección Encounters de la Berlinale, un Solar do Douro se convierte en el centro de atención de la protagonista, Maria do Mar (Carolina Campanela). Ella es una joven estudiante de cine que emprende la misión de preservar este tipo de casonas a través de este.

También tiene otro objetivo en mente: trabajar en su tesis sobre la captura de lo “real”. Una casa cobra vida a través de sus habitantes, que son con los que nosotros, y Maria do Mar, nos encontramos: la cocinera, el propietario, la institutriz y dos niños. Mientras que la protagonista se dedica a deambular por los magníficos espacios, se convierte en nuestra guía para conocer a cada uno de estos personajes, así como aquellos que viven cerca. Lo que antes era inesperado ahora se vuelve claro: lo que se podría describir como verdad se va desvelando poco a poco. No solo llegamos a conocer un poco más a los otros, sino que también seguimos la transformación de la protagonista. Empieza siendo una persona perfeccionista y tercamente idealista obsesionada con las reglas, pero, con el tiempo, experimenta una conexión humana, lo que le permite soltarse y abrirse a un mundo lleno de posibilidades. Con un arco de personaje muy bien desarrollado, se convierte en un conducto que permite a los espectadores conectar con un set cautivador de personalidades.

Mãos no fogo se inspira vagamente en Otra vuelta de tuerca de Henry James. El tono gótico está firmemente establecido: a lo largo de toda la película, hay una suave pero persistente sensación de horror inminente. En algún momento, la cocinera le dice a Maria do Mar: “El mal está en los ojos del que mira”. En este caso, y en la vida misma, el mal pasa desapercibido. Cada paso nos lleva más cerca de la resolución de un misterio y, a su vez, a una sucesión de escenas grabadas bellamente. La casa se convierte en un personaje de pura sangre con la magistral interacción de sus componentes: puertas, luces, muebles y demás; gracias a la sobresaliente fotografía de Acácio de Almeida. Estas son imágenes que consiguen ser tanto originales como contemporáneas, pero que también recuerdan escenas de varios capítulos de la historia del cine.

En uno de sus viajes a la casa, Maria do Mar va con su grabadora y su micrófono a un espacio amplio, acompañada de una de sus vecinas Gracinha (Sara Santos). Aquí comparte: “El silencio es el latido del mundo”. El uso del sonido en esta película es, de hecho, clave para conseguir su esencia: el paisaje sonoro, en su mayor parte sin adornos, adopta un enfoque detallista y simplista que utiliza el silencio para crear espacio. Gracias a esto, también somos capaces de conectar más profundamente con otros elementos, como el diálogo y la música. La música, por ejemplo, sirve como indicador de algunos de los rasgos de la personalidad de los personajes o de las situaciones en las que se encuentran.

Fuera del edificio, escuchamos una banda tocando una versión de O Anzol de 1988, de Rádio Macau. Cuando se mezcla este elemento con toda la gama de opciones relativas al diseño de decorados y vestuario, hace imposible rastrear la ambientación de época de la película. Es “en ningún momento” y “en todo momento” y esto es bastante apropiado para una película que retrata los persistentes y oscuros lados del alma humana: no siempre vistos, pero siempre presentes.

Mãos no fogo es una producción portuguesa llevada a cabo por Ar de Filmes. Pedro Ramalhete gestiona las ventas internacionales.

(Traducción del inglés por Joanna Sánchez Moya)