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DUBLIN 2024

Crítica: Made in England: The Films of Powell and Pressburger

por 

- El director David Hinton y el narrador Martin Scorsese recuerdan con mucho amor a un dúo de directores que vivirá para siempre en la mente de este último

Crítica: Made in England: The Films of Powell and Pressburger

"Estas imágenes me vienen a la mente cada dos por tres", dice Martin Scorsese en Made in England: The Films of Powell and Pressburger, el nuevo trabajo de David Hinton, que se proyectará en el Festival de Dublín tras su estreno a nivel mundial en la Berlinale. En este documental, el cineasta lleva al público de viaje por el extraño y maravilloso mundo de las películas de Powell y Pressburger, lo cual no es de extrañar, ya que se trata de un universo en el que el misticismo se encuentra con la exuberancia del Technicolor y la contención se topa con la locura en la cima de una montaña del Himalaya, tal y como ocurre en su Narciso negro. Es un mundo que primero se alabó, luego se olvidó y, de nuevo, se ha vuelto a revalorizar. Al igual que la última gira de Madonna, esta película es ante todo una celebración.

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A Scorsese se le da muy bien ensalzar a la gente a la que aprecia, y la serie documental de Netflix Supongamos que Nueva York es una ciudad, que viene acompañada del encantador sonido de sus risitas a cada frase de Fran Lebowitz, constituye una prueba irrefutable de ello. En este caso, Scorsese va incluso más allá, pues se trata de un dúo de directores que, en cierto modo, han formado parte de toda su vida, primero como figuras misteriosas que crearon las maravillas que veía una y otra vez cuando solo era un niño pequeño con asma, y más tarde como amigos íntimos en el caso de Powell. Scorsese está profundamente unido a estos cineastas, y espera que sus espectadores tengan el mismo sentimiento hacia ellos. No cabe duda de que se trata de una historia de amor.

Y se trata de una realmente conmovedora, pues consiste en la historia de un cineasta que le tiende la mano a otro, de un joven con la intención de dar las gracias a un mentor al que, como resultado, casi le salva la vida. Y es que, para algunos cinéfilos, esto puede ser suficiente para que se les salten las lágrimas, sobre todo después de que se revele otra conexión personal. Ni que decir tiene que habrá boda, como en toda historia con final feliz.

Pero no es solo de Scorsese y Powell —que murió en 1990— de quienes hablamos. Esta película está dedicada tanto a Michael Powell como a su colega húngaro Emeric Pressburger, que nos brindaron películas totalmente únicas en su género. La autora de estas líneas todavía recuerda la primera vez que vio A vida o muerte, en la que, aunque no comprendía lo que estaba ocurriendo ante sus ojos, se deleitaba con cada minuto de la película. Estos dos cineastas eran diferentes, estaban un peldaño por encima del resto, y nos demostraron lo lúdico que puede llegar a ser el cine.

"Tuve el placer de compartir una era con una mente maravillosa", dice Powell de Pressburger. La de estos dos era otra historia de amor, pero en este caso se trataba de amor a primera vista. Para Scorsese y sus amigos, los dos cineastas se habían convertido en "seres míticos". Ahora regresan en su forma humana, la de dos amigos que se apoyaban el uno al otro, dos amigos que no dejaron de respaldarse hasta que dejó de ser posible.

Tiene debilidad por la poco conocida comedia romántica Sé a dónde voy, se deshace en halagos hacia su productora The Archers y se sincera sobre los elementos que robó, como esos inquietantes tonos rojos de Malas calles, que a su vez constituyen —por irónico que parezca— el único aspecto de la película que no le gustó a Powell. Puede que compare a Travis Bickle con el atormentado empresario de teatro Boris Lermontov (interpretado por Anton Walbrook en Las zapatillas rojas), pero Scorsese tampoco rehúye sus errores. También recuerda el escándalo que desencadenó El fotógrafo del pánico, la única película en solitario de Powell, que básicamente supuso la sentencia de muerte para su carrera.

A pesar de lo entretenido que resulta ver extractos de películas, el documental de Hinton podría haber sido más breve y más cruel, pero se trata de una película en la que la reverencia es la consigna. Por el contrario, la película no rehúye el dolor, sobre todo al principio, cuando se muestra a Powell viviendo solo, olvidado, luchando por llegar a fin de mes. En una antigua entrevista sobre Las zapatillas rojas, en la que se le pide a una prometedora bailarina que elija entre la danza y el amor, el periodista pregunta a Powell: "¿Por qué has hecho una película sobre alguien que está dispuesto a sacrificar su vida por el arte?", a lo que el cineasta le responde: "Porque yo haría exactamente lo mismo". Estuvo cerca, pero por suerte no tuvo que hacerlo.

Made in England: The Films of Powell and Pressburger ha sido producida por las británicas Ten Thousand 86 y Ice Cream Films, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de Altitude Film Sales.

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(Traducción del inglés)

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