Crítica: La Vie de ma mère
por Fabien Lemercier
- Agnès Jaoui y William Lebghil brillan en la delicada frontera entre la comedia y el drama en la cautivadora y emotiva ópera prima de Julien Carpentier sobre la bipolaridad

“¿Llamaste a la clínica? - No, no sabía qué hacer, te llamé a ti primero”. Cuando tu madre, que padece un trastorno bipolar, se escapa del centro en el que está ingresada e irrumpe en tu vida como un huracán, también reaparecen la ansiedad, la responsabilidad, la culpa y los malos recuerdos. Aunque, fundamentalmente, también hay amor. Este es el delicado tema que Julien Carpentier aborda, sin caer en el dramatismo, en su primer largometraje, La Vie de ma mère, galardonado con el Premio del Público en el Festival de Cine Francófono de Angouleme y el premio de los institutos en el Festival de Cine de Royan, y que se estrenará en los cines franceses el 6 de marzo de la mano de KMBO.
“Me siento más policía que hijo”. Para Pierre (William Lebghil), de treinta años, el día se presenta complicado. Tras despertarse al amanecer, como todos los días, para ir a negociar con los mayoristas, en compañía de su ayudante Ibou (Salif Cissé), las flores que necesita para llenar su tienda, se encuentra de repente con la llamada de socorro de su abuela: “Tu madre está aquí”. Pierre tiene que abandonarlo todo urgentemente, incluido su incipiente romance con su amiga (Alison Wheeler), porque, desgraciadamente, conoce demasiado bien los ciclos bipolares y los arrebatos delirantes e incontrolables que sufre su madre Judith (Agnès Jaoui), que ya está sembrando el caos en el apartamento familiar. “En cuanto nos vayamos, llama a la clínica, diles que la llevo de vuelta”. Bajo el pretexto de una visita al cementerio y a la tumba de su padre, Pierre (que no ve a su madre desde hace dos años) echa a Judith de su casa. Sin embargo, las cosas se tuercen rápidamente, ya que no es sencillo apartar a un ser querido contra su voluntad…
La historia, escrita por el director en colaboración con Benjamin Garnier, se desarrolla a lo largo de 24 horas y detalla a la perfección los profundos desafíos emocionales de la situación (su doloroso pasado, su tumultuoso presente, su incierto futuro…). La película proporciona información crucial cuando es necesario, mientras avanza a un ritmo vertiginoso, con sus dos protagonistas en constante movimiento. Sin embargo, la cinta también transmite con delicadeza la angustia que conlleva el trastorno bipolar (para la protagonista, que no se hace ilusiones sobre su fragilidad, y para su hijo, que se debate entre la necesidad y los sentimientos reprimidos) y trabaja lentamente para reconstruir los vínculos de sus personajes y sacar a la luz sus emociones, todo ello con gran sencillez y sin miedo a hacer reír sobre un tema cuyo lado cómico solo puede explorarse con mucho tacto. Estamos ante una obra brillante, que aborda con respeto un tema “difícil” en el mundo del cine convencional, apoyándose en las interpretaciones excepcionales de Agnès Jaoui y William Lebghil, y que nos interpela a todos, porque, como subraya la canción final de Arno, “siempre hay una luz en los ojos de mi madre”.
La Vie de ma mère es una producción de Silex Films, vendida internacionalmente por Be For Films.
(Traducción del francés)
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